Si se consigue que Grecia no suspenda pagos, reestructurando sus vencimientos, la banca alemana y francesa pueden sacarle partido.
Si echamos la vista atrás es difícil no pasar por alto que llevamos ya más de un año (¡desde diciembre de 2009!), con la crisis de la deuda griega a las espaldas. Demasiados meses para que no se hay encontrado una solución y esto es lo que ha provocado que al mercado se le haya acabado la paciencia y haya mandado un ultimatum: o Europa sigue de poner parches o Grecia tendrá que incurrir en bancarrota.