El oro, en su papel tradicional de valor refugio (papel cada vez más cuestionado), también está pendiente de lo que acontezca en la cumbre del G20.
El metal dorado lleva meses tratando de reestructurarse al alza a plazos largos sin éxito, y ahora lo intenta al menos a corto y medio plazo. Es vital para sus aspiraciones alcistas que marque nuevos máximos crecientes sobre los 1.248 dólares para que, al menos temporalmente, aleje los riesgos de seguir a la baja hacia próximos objetivos que aparecen en la zona de los 1.125/1.110 dólares.
La cesión semanas atrás de los 1.235/1.240 dólares, por donde discurría la directriz que unía los últimos mínimos ascendentes desde los 1.045 dólares, supuso un gran deterioro en sus opciones alcistas. Este movimiento además confirmó un giro bajista en forma de doble techo que apunta hacia los citados 1.110 dólares. Por tanto, por el momento podríamos estar asistiendo simplemente a un clásico pull back hacia soportes cedidos, ahora resistencias, para seguir cayendo.
En el más corto plazo sí supera los 1.230 dólares podríamos ver subidas hacia los 1.255 e incluso los 1.270 dólares, pero ni siquiera eso sería suficiente para alejar los riesgos bajistas de cara a próximos meses. Por el contrario, si a corto plazo cede los mínimos de la sesión del miércoles, los 1.212 dólares los riesgos bajistas volverían a activarse. No obstante, aún podría seguir consumiendo tiempo en lateral mientras no pierda los 1.194 dólares.
Hay que tener presente que sí el metal dorado pierde los citados 1.110 dólares, mucho me temo, que veríamos un retesteo de los mínimos de los últimos años y no descartamos que el metal precioso siga su decadencia en busca de objetivos que ahora parecen muy lejanos, pero que podría dirigirse hacia los 660 dólares, hablamos de una depreciación superior al 40% desde los niveles actuales. Mientras no supere los 1.400 dólares no se alejarán los riesgos bajistas.