Motor
La historia del gran Bugatti Type 57 SC Atlantic
Jorge Arenas
Bugatti es una marca fuera de serie. Hay poca duda al respecto. Adelantada a su tiempo y con una gama de modelos espectacular en todas sus épocas, esta firma italiana guarda un secreto desconocido para quienes sólo han escuchado hablar de su historia más reciente. Y este secreto tiene un nombre: Bugatti Type 57 SC Atlantic. Un deportivo para el que no existen adjetivos suficientes y del que apenas se crearon cuatro unidades entre los años 1936 y 1938.
Según Stephan Winkelmann, actual presidente de la compañía, "este coupé es un modelo único, no sólo de su tiempo sino también de hoy. Un coche especial en términos de elegancia, calidad y prestaciones". Sostiene Winkelmann, además, que este vehículo sería el equivalente al Bugatti Chiron. Y en cierto sentido, no le faltaría razón. Pero claro, si se tiene en cuenta el contexto de uno y otro, en realidad no parecen tan comparables. Súper deportivos o, más bien, híper deportivos, hay unos cuantos en el panorama actual, mientras que en los años 30 del siglo XIX era prácticamente imposible encontrar un coche similar al SC Atlantic.
Si ese diseño tan aerodinámico como elegante resulta hoy absolutamente rompedor, ¿qué pensarían de él hace ahora casi un siglo? ¿Qué pensarían los demás fabricantes y entusiastas del automóvil en general al darse cuenta de que esa carrocería de líneas insultantemente fluidas estaba hecha a base de un material procedente de la aviación denominado Elektron (aleación de 90% de magnesio y 10% de aluminio)? ¿Y cuán nerviosos se pondrían los amantes de las prestaciones al comprender que bajo el largo morro del coche se alojaba un motor de 8 cilindros y 200 CV capaz de hacer volar al Bugatti hasta más allá de los 200 km/h, en una época en la que la inmensa mayoría de modelos de producción en serie no soñaban ni con la tercera parte de esas cifras?
De aquella maravilla de la ingeniería automovilística se fabricaron cuatro modelos, de los cuales, tres existen todavía hoy. El cuarto está desaparecido desde hace más de 80 años. Esta es la historia de cada uno de ellos:
Rothschild Atlanta
El primer modelo fue un encargo del banquero británico Victor Rothschild, de ahí el nombre del coche. Data de 1936 y originalmente no tenía ningún sistema de sobrealimentación en su motor, aunque después se le integró un compresor para hacer aún más brillantes sus prestaciones. Es de color gris-azul y porta el número de chasis 57.374.
Holzschuh Atlantic
Este es el tercero que se fabricó (sí, falta el segundo, después hablaremos de él) y fue entregado al francés Jacques Holzschuh en octubre de 1936. Más tarde acabó en manos de un segundo dueño, quien, desafortunadamente, tuvo un accidente en un paso a nivel, que no sólo terminó con su vida sino con la de su flamante Bugatti. Décadas después el Atlantic con chasis número 57 473 fue sometido a una compleja restauración que lo devolvió a su condición original. Ni siquiera el motor se salvó en aquella tragedia, así que la reconstrucción fue total.
Pope Atlantic
Esta es la unidad número cuatro, con chasis 57 591. Se fabricó en 1938 y debe su denominación al apellido de su primer propietario, que apenas ha trascendido porque su actual dueño es el conocido diseñador de moda Ralph Lauren, quien lo custodia como una obra de arte.
'La voiture noire'
Y ahora sí, toca hablar de la unidad que falta, la número dos, que fue un regalo que se hizo a sí mismo el propio Jean Bugatti (chasis 57 453). 'La voiture noire' se llamaba, por su color negro de carrocería. Apenas su dueño y unos pocos conocidos se pusieron al volante de esta máquina que, por cierto, sirvió como modelo de exposición en los salones y ferias de la época. A diferencia de los otros tres Bugatti Type 57 SC Atlantic que siguen vivos y coleando, a este se le perdió la pista en 1938. No está claro si el señor Bugatti se lo vendió a un amigo suyo que era piloto o si fue a parar a una región segura de Francia cuando la armada alemana invadió Alsacia, lo que parece más probable. El caso es que es uno de los mayores misterios de la historia del automóvil. Nadie sabe dónde puede estar, si es que aún existe, pero de aparecer, los expertos estiman que podría tener un valor en el mercado de 100 millones de euros.