Así es el 'coche búnker' a prueba de bombas que transportó a Obama por Madrid
Ecomotor.es
La carrera por llegar a la Casa Blanca comenzará a librarse la semana que viene con el inicio de las celebraciones de las convenciones, de los republicanos en Cleveland y los demócratas en Filadelfia una semana después y, cuatro meses después, Estados Unidos tendrá nuevo presidente. No obstante, lo que sí se conoce es que se conservará la tradición de que sea Cadillac la firma que transporte al presidente de Estados Unidos, la cual acumula ya más de 100 años de historia.
Este pasado fin de semana fue Barack Obama el que visitó Madrid y lo hizo a bordo de la llamada Presidential Limousine o La Bestia, también apodado apodado Cadillac One, que transporta al actual presidente norteamericano. El mote no sobrevalora lo más mínimo sus capacidades pues, sin duda, se trata de uno de los coches (si no el que más) más seguros del mundo.
Tanto es el blindaje que vela por la seguridad de Obama que las prestaciones del vehículo se asemejan más a las de un tanque que a las de un coche de General Motors. Su velocidad máxima no sobrepasa los 100 km/h y su consumo, estratosférico, se fija en 30 litros por cada 100 kilómetros para su motor gasolina V8.
A prueba de bombas
Aunque el Servicio Secreto no ha dado a conocer especificaciones técnicas de la limusina por motivos de seguridad, tampoco es necesario para saber que el peso es el principal motivo que lastra las prestaciones de La Bestia ya que cuenta con unas puertas similares a las compuertas de un Boeing 747 y su carrocería está hecha de acero reforzado, aluminio, titanio y material cerámico. Una amalgama de materiales que conforma capa protectora de 20 centímetros de espesor capaz de aguantar pequeñas bombas y granadas.
Además cuenta con un un sistema de ventilación para disuadir cualquier intento de ataque químico y está en permanente comunicación con el Pentágono y dispositivos de seguridad del Servicio Secreto.
Este búnker sobre cuatro ruedas tiene 5,4 metros de largo y 1,5 de alto, lo que le convierte en una versión del sedan Cadillac DTS más grande e imponente. El chasis, sin embargo, es el de una camioneta Kodiak de Chevrolet, la otra marca controlada por General Motors.
Ruedas resistentes a disparos
En cuanto a los cristales, fabricados con una tecnología secreta, cuentan con 12 centímetros de grosor y no se puede bajar ninguna ventanilla salvo la del conductor y únicamente un margen de tres dedos. También monta unos neumáticos Goodyear Regional RHS y llantas de 19,5", más propios de camión que de una berlina, con gomas de tecnología Run Flat antipinchazo, a lo que hay que añadir el refuerzo de Kevlar que lleva incorporado y que permite que no se pinchen si quiera en caso de sufrir un disparo. Pero por si eso ocurriese, el vehículo está preparado para seguir circulando pinchado o incluso sin alguna rueda. El depósito de gasolina también está blindado para no explotar en caso de bomba o incendio.
En último lugar, llama la atención que, por si todas esas barreras protectoras se sobrepasasen y se diese una situación máxima emergencia, en el coche existen departamentos con varios litros de sangre del presidente de Estados Unidos. Asimismo, los escoltas van equipados con un buen arsenal de defensa que incluye armas de varios calibres y gases lacrimógenos.
Los coches presidenciales, no obstante, han ido evolucionando con el paso de los años. Anteriormente era el propio Servicio Secreto el que compraba los vehículos y los modificaba personalmente, pero debido a las contínuas averías que sufrían, fue George Bush el que decidió acabar con esa tradición y relegó en el prestigioso General Motors la tecnología que protege al presidente de EEUU. Se estima que el precio de este refugio móvil está entorno a 1,5 millones de dólares.
En cualquier caso, es posible que de la mano del nuevo presidente llegue el sucesor de La Bestia, que lleva horneándose alrededor de tres años aunque aún no se ha dado a conocer su aspecto.