
Los que vivimos cerca de la costa, especialmente en el Mediterraneo (y las Canarias también), sabemos, valoramos y apreciamos convivir cerca de palmeras ya que visten y dan un colorido especial a cualquier calle de cualquier rincón de ciudad o pueblo costero. Son bellas, esbeltas y exóticas. Nos transportan a un escenario de relajación, de apreciación de lugares bonitos y ritmos de vida tranquilos. Y también nos dan impulso emprendedor en forma de querer progresar y trabajar para conseguir las metas y retos planteados. Y al final nos preguntamos ¿y por qué no hay más? Los que viven en el interior del país tienen el mismo parecer y cada vez más encontramos palmeras prácticamente en cualquier rincón de la geografía española.
No tenemos más porque posiblemente son caras y al alcance de muchos ayuntamientos que son los que compran y se encargan de la jardinería de los espacios públicos. ¿Y si les visitamos y ofrecemos palmeras a una cuarta parte del precio oficial de mercado? Ahora que hay terreno sobrante por doquier ya que los proyectos inmobiliarios están abandonados, es quizás un buen momento para plantar y cultivar palmeras.