¿Empresarios con cuernos y rabo?

Hace un par de días publicamos una información sobre el presidente de Campofrío, Pedro Ballvé, que ha logrado hacerse con el control de Telepizza hipotecando sus acciones en Camprofrío y en Telepizza, a la vez. Lo hizo, además, sin ponerlo en conocimiento de los accionistas de éstas dos empresas. Cuando nos enteramos, llamamos a Ballvé. El nos confirmó que había sido así, aunque ya había levantado la hipoteca. A continuación telefoneamos a la CNMV, donde nos dijeron que no había obligación de comunicar la hipoteca por parte del empresrio. Ballvé nos invitó a desayunar a su despacho para explicarnos la operación. Confesó que había tenido que hipotecarse, en un momento de dificultades, pero que todo había salido bien y estaba ya superado. ¿Dónde estaba el problema? Ballvé mantiene una nómina de más de 5.000 familias en Campofrío y otras 20.000 de Telepizza, y sus productos son líderes en el sector cárnico. elEconomista contó la historia, al día siguiente. Hay quienes creen que los empresarios son demonios, con cuernos y rabo. La mayoría han pasado por dificultades económicas, y han tenido que actuar al filo de lo imposible, sobre todo desde el punto fiscal. En este periódico vamos a defender a los empresarios, siempre que actúen dentro del marco legal, sin infringir las reglas del mercado. 

Deja tu comentario

De conformidad con la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal, le informamos de que sus datos serán incorporados a un fichero propiedad de EDITORIAL ECOPRENSA, S.A. (en adelante, El Economista) con la finalidad de gestionar su utilización de los blogs. Usted puede ejercitar sus derechos de acceso, rectificación, cancelación y oposición dirigiéndose por escrito a El Economista. C/ Condesa de Venadito, 1- 3º 28027 Madrid. elEconomista podrá limitar, total o parcialmente, el acceso a sus servicios a determinados Usuarios, así como cancelar, suspender, bloquear o eliminar determinado tipo de contenidos si tuviese conocimiento efectivo de que la actividad o información almacenada y/o difundida es ilícita o de que lesiona bienes o derechos de un tercero. No obstante, elEconomista no tiene obligación de controlar la utilización que los Usuarios hacen de los servicios y, por consiguiente, no garantiza que los Usuarios hagan un uso diligente y/o prudente de los mismos. Tampoco tiene la obligación de verificar y no verifica la identidad de los Usuarios, ni la veracidad, vigencia, exhaustividad y/o autenticidad de los datos que los Usuarios proporcionan sobre sí mismos. elEconomista excluye cualquier responsabilidad por los daños y perjuicios de toda naturaleza que pudieran deberse a la utilización de los servicios y de los contenidos por parte de los usuarios o que puedan deberse a la ilicitud, carácter lesivo, falta de veracidad, vigencia, exhaustividad y/o autenticidad de la información que los usuarios proporcionan a otros usuarios acerca de sí mismos y, en particular, por los daños y perjuicios de toda naturaleza que puedan deberse a la suplantación de la personalidad de un tercero efectuada por un usuario en cualquier clase de comunicación realizada a través del portal.