Flaco favor al bolsillo

A Rubalcaba no se le ha ocurrido mejor idea para reducir el consumo de carburantes que recortar a 110 el límite de velocidad en autovías, una medida que pretende ahorrar más de 400 millones en combustible. Pero los efectos secundarios ponen en serias dudas su aplicación. Por un lado, el Estado dejará de ingresar 230 millones en impuestos, que suman la friolera de 2.760 millones si la medida se prorrogara durante un año. Además, se encarecerá la gasolina al incluir mayor cantidad de biocombustibles. Y por último, los ciudadanos probablemente paguen en multas lo que ahorran en combustible. Quizá ahí está el objetivo escondido del Gobierno, compensar con sanciones la pérdida de recaudación. Si a ello se añade, que bajará el 5 por ciento el billete de cercanías en Renfe, el negocio más ruinoso de esta empresa, se puede vislumbrar un medida electoral en vísperas de los comicios municipales y autonómicos. En fin, todo menos adoptar medidas serias, como impulsar el uso del coche eléctrico, del que tanto ha presumido Sebastián o buscar vías alternativas de suministro para el caso de que haya problemas de abastecimiento. En fin, todo un derroche injustificable.

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