El rescarte irlandés
Con una deuda rozando el cien por cien del PIB y un déficit público equivalente al 15 por ciento, el rescate de Irlanda es inevitable. El Gobierno de Dublín se resiste como gato tripa arriba. ¿Por qué? A priori no tiene sentido que el Tesoro irlandés esté pagando tipos cercanos al 9 por ciento para colocar su deduda, cuando tiene la posibilidad de acceder a préstamos del Fondo Monetario Internacional (FMI) de alrededor del 2,5 por ciento. El Ejecutivo dice que, de momento, tiene cubiertas las necesidades de liquidez y que no prevé más emisiones de deuda hasta 2011, por lo tanto no tienen prisa. Pero este no es el principal motivo. Se resiste porque la intervención supondría un golpe mortal para el desarrollo futuro del país, cuyo modelo de crecimiento está basado en un fuerte reducción del Impuesto de Sociedades para atraer inversiones extranjeras. Ello facilitó que bancos, seguros y empresas de todo tipo fijaran su domicilio fiscal en este país. Estas empresas huirían de manera irreversible y difícilmente volverían a domiciliarse en Irlanda. El modelo que trajo el gran desarrollo de Irlanda en los últimos años se iría definitivamente al garete. Por ello, Dublín presiona para que la inyección se limite a sus bancos, que son el corazón del problema. Pero esto abriría otro dilema: ¿puede el FMI o la UE prestar directamente a la banca? Estas instituciones han diseñado sus mecanismos de ayuda para los gobiernos y no para la empresa privada, si no todas se apuntarían. La realidad pone cada día a prueba las normas bajo la que se diseñó la Unión Europea. Quizá todo si hizo demasiado deprisa entre los miembros del euro.