Una retirada en todo lo alto

La marcha de César Alierta como presidente de Telefónica marcará un antes y después de la compañía. Durante los casi 16 años de su mandato, Alierta ha multiplicado su balance, la afianzó como líder en Latinoamérica y la segunda ‘teleco’ europea, por delante de alemanes y franceses. Es cierto que el balance para los accionistas no es igual de brillante. La compañía pierde casi la mitad de su valor en bolsa sin dividendos. Pero con éstos, sale un balance en tablas. El crecimiento siempre se paga caro. Su mayor mérito, desde mi puntos de vista, proviene en que siendo un directivo ligado al mundo de la bolsa y luego al del tabaco, supo adaptarse al mundo cambiante de las telecomunicaciones y convertir a Telefónica en uno de los gigantes mundiales del sector. Su retiro -aunque sigue en el consejo y como presidente de la Fundación- a los 71 años muestra una generosidad que no tienen otros ejecutivos de su misma época -léase Francisco González, presidente de BBVA- de irse en plenas facultades, y dejar la empresa en manos de una persona más joven y experta en el sector, José María Álvarez-Pallete, para afrontar el siguiente reto, que es competir en todos los frentes con Google, el gran desafío. El mercado premió por ello ayer con alzas su decisión de marcharse, con el plan estratégico presentado, las cuentas recién cerradas y el pabellón bien alto.

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