El desafío griego

La reunión entre Grecia y el Eurogrupo acabó ayer como el rosario de la aurora, es decir en un absoluto deseentendimiento. Es comprensible que el primer ministro heleno, Alexis Tsipras, se niegue a modificar un ápice de su programa en vísperas del acto de investidura en el Parlamento griego. ¿Cuanto habrían durado sus promesas? Unas semanas. Lo habitual es que la cuerda se tense hasta el último momento. Grecia tiene hasta final de mes para alcanzar un compromiso, aunque en realidad los expertos dicen que el plazo expira el viernes para dar tiempo a los trámites. Supongo que habrá que olvidarse de estos plazos, porque no veo posible que en una semana cambien de manera radical dos posiciones tan diferentes. La semana pasada tuve la oportunidad de estar con varios dirigentes alemanes, entre ellos el presidente de la patronal, y todos se mostraban unánimes en que Grecia debe cumplir con los objetivos de déficit o salir del euro. La única alternativa que tiene Tsipras es cambiar su programa para darle un toque social a cambio de acometer otros ajustes. Cualquier vía distinta conducirá fuera de la moneda común.

Los comentarios están cerrados.