Váyase, señor Méndez
UGT de Andalucía pagaba sus gastos generales con los fondos de formación. Un nuevo escándalo que se suma a los regalos que hacía a los asistentes a sus congresos o a la trama de facturas falsas que creó para justificar la recepción de ayudas. En esta situación, me resulta curioso dos cosas: la primera, que nadie ni en la Junta de Andalucía ni el Ministerio de Empleo se le haya ocurrido a estas alturas cortar las ayudas que percibe este sindicato. El motivo es porque UGT pertenece a la Comisión Tripartita encargada del reparto de las ayudas del Forcem y, naturalmente, se niega a cerrar el grifo a su propia financiación. Lo peor es que patronal y Gobierno lo toleren. Con ello se convierten en sus cómplices. El segundo asunto que me tiene asombrado, es que su secretario general, Cándido Méndez, se resista a abandonar el sillón después de veinte años. Es incomprensible que alegue que la federación andaluza gozaba de autonomía para intentar quitarse las culpas. Como máximo dirigente de UGT es el responsable ante la opinión pública de sus actos y, por el bien del sindicato debería anbandonar cuanto antes. Si no es así, su salida, que se producirá tarde o temprano, será el precedente de una gran crisis que puede provocar la descomposición del sindicato, igual que ocurre ahora con el PSOE. Zapatero también negó una y otra vez la crisis económica y los problemas de España. Su empecinamiento puede acabar con el socialismo español. El de Méndez es la puntilla para un sindicato centenario. Una pena, que no haya ni una voz discordante en el sindicato.