El pueblo norteamericano es un animal extraño, pero su mercado bursátil lo es aún más. En cualquier país europeo, el domino del Parlamento por el partido que no ocupa el Gobierno y una crisis de éste motivada por la dimisión del ministro de Defensa (Rumsfeld) habrían provocado grandes incertidumbres y, en teoría, una fuerte caída de la bolsa.
En EEUU, no. Ciertamente, Wall Street abrió a la baja, pero la victoria de los demócratas en Montana -que deja un Senado partido en dos- y la dimisión de Rumsfeld dieron la vuelta a la tortilla y llevaron al Dow Jones a un nuevo máximo histórico. ¿Alguien lo entiende?
Hace un par de días, nos hacíamos una pregunta parecida: por qué Wall Street ignoraba unas elecciones tan importantes. Entre otras respuestas, destacábamos la posibilidad de que los republicanos mantuvieran el Senado, el control del gasto público que implicaría la victoria demócrata y los precedentes de subidas tras las elecciones legislativas, independientemente del color del vencedor.
Pero hay otras razones de tipo político que ayudan a explicar este comportamiento aparentemente incoherente de Wall Street. Por un lado, el poder que otorga esta victoria a los demócratas es bastante exiguo en un país tan presidencialista como EEUU. Ellos lo saben y, por eso, no buscan grandes revoluciones, sino pequeñas reformas: subida del salario mínimo, legislación sobre las células madre y cosas así. Dentro de esa filosofía hay que excluir cambios radicales en las rebajas fiscales adoptadas por Bush o en los impuestos a las petroleras, dos de las cuestiones que más preocupan en Wall Street.
Igualmente, los demócratas tampoco van a dar un giro radical a la cuestión de Irak, la causa de la derrota republicana. Ayer, el Ejército solicitó un nuevo gasto extraordinario de 75.000 millones de dólares, además de los 70.000 autorizados por el Congreso en septiembre, y los demócratas no van a impedirlo porque dañaría a las tropas sobre el terreno.
Finalmente, existe una cierta corriente de opinión de la que se hace eco The Wall Street Journal que sostiene que Bush puede captar el mensaje del electorado y ponerse a trabajar para detener la caída de su partido y recuperar la popularidad perdida. Y ese trabajo pasa por una búsqueda de acuerdos con los demócratas para sacar al país de la paralización política en que se encuentra. Según este periódico, hay señales de que los republicanos se están acercando a sus rivales en temas como las energías alternativas y la educación.
Este último elemento es el que más gusta al mercado: la posibilidad de hacer de la necesidad virtud y de que una derrota electoral sirva para que el país avance en un momento de riesgo real de recesión. Lo dicho, los norteamericanos son extraños.