Ser bajista no es fácil, y menos en tiempos como éstos, en los que casi todo el mundo busca culpables de sus pérdidas, los señala con el dedo y los sataniza sin piedad.
Bueno, las ganancias acumuladas ayudan a sobrellevar el trago. El caso es que los bajistas siempre han tenido muy mala fama: la práctica ha estado prohibida en diversos mercados a lo largo de la historia (Napoleón la prohibió) y en EEUU mucha gente los considera “antiamericanos”. Ahora, muchas compañías están demandando en EEUU a los que se ponen bajistas en sus acciones, y hasta la SEC los investiga.
Hasta hace muy poco, los bajistas no recibían casi atención y no eran considerados una fuerza capaz de mover el mercado. La mayoría de los inversores sabe muy poco sobre estos tipos y hasta dónde pueden llegar. Pero resulta que, si uno compra una acción, hay un 25% de probabilidades de que se la venda un inversor que está corto.
La práctica de ponerse bajista se ha popularizado, hasta el punto de que entre el 2% y el 5% de todos los títulos que cotizan en la Bolsa de Nueva York están en manos de estrategias bajistas. Y eso no incluye el trading a corto plazo; si se hace, algunas estimaciones afirman que las ventas en corto suponen una cuarta parte del volumen de negocio diario.
La forma más habitual de ponerse bajista es tomar prestados valores, venderlos y recomprarlos a un precio más bajo para devolverlos a quien los ha prestado. La diferencia entre el precio de venta y el de compra es la ganancia. En España, donde el préstamo de valores está subdesarrollado, es más fácil ponerse bajista con futuros.
Algunos comentaristas señalan la función social de los bajistas: si la función del mercado es distribuir el capital en los mejores negocios, los bajistas actúan como un filtro al arrancar las compañías potencialmente más débiles. Y también suelen dar la voz de alerta ante posibles fraudes o escándalos, como ocurrió en 2001 con Enron.
Los bajistas suelen sentirse atraídos por las empresas que se disparan al alza, que logran crecimientos de beneficios súper-rápidos y que son adoradas por los analistas. Cuanto más grande sea la empresa y cuanto más sobrevalorada esté, más beneficio potencial para ellos. Pero también se fijan en empresas pequeñas, muy vulnerables a sus ataques.
Pero, ¿quiénes son? Muchas veces son los propios creadores del mercado (Market makers), los bancos que ofrecen contrapartida a las órdenes de sus clientes, y que venden en corto para asegurarse que esas órdenes se procesan rápidamente. Y también están la mayoría de los hedge funds, que por definición toman posiciones cortas para cubrir (hedge) sus posiciones alcistas.
Mucho más raros son los traders individuales que buscan ideas para ponerse bajistas. Según James Angel, profesor de la Universidad Georgetown, estos individuos suponen sólo el 1% del total de las posiciones cortas. Tampoco son muy numerosos los hedge funds que se dedican puramente a tomar estrategias bajistas.