Con estos mercados desbocados que tenemos y con multitud de analistas asegurando a diario que "las bolsas no están caras" y pueden seguir subiendo hasta el infinito y más allá, parece que no hay riesgos para los inversores. El escenario económico en EEUU ha cambiado para mejor y los resultados empresariales siguen desbocados.
Ya nadie se acuerda del riesgo geopolítico y los grandes desequilibrios comerciales parecen algo controlable.
Sin embargo, el mayor peligro para el mundo feliz en que vivimos puede venir precisamente de donde ha venido esta oleada de optimismo económico y de liquidez que nos inunda: China. No es que su economía dé signos de enfriamiento -que no los da-, sino que el mercado destinado a los inversores chinos, las 'acciones A' de Shangai, está viviendo una burbuja muy similar a la del Nasdaq a finales de los 90. Y todos sabemos cómo termino aquélla.
No exageramos: este mercado ha subido el 140% en los últimos 12 meses, con un tirón del 46% sólo en el cuarto trimestre de 2006. Una subida tan espectacular en un país sin ninguna experiencia capitalista está ejerciendo una fascinación sin precedentes entre los ciudadanos chinos de toda condición. Así, durante el mes de diciembre se abrieron 50.000 cuentas de valores al día, y una nueva gestora participada por Deutsche Bank captó 5.100 millones en ese mes para un nuevo fondo. Y se dan otras circunstancias que nos suenan: los analistas no ven un riesgo excesivo en el mercado y la prensa habla todos los días de la bolsa.
Vamos, los chinos tienen todas las papeletas para pegársela. Y si eso ocurre, ¿qué pasará en el resto del mundo? Algunos expertos hablan de un grave riesgo para la estabilidad política y las reformas económicas en China. Y lo que es más importante: el batacazo se trasladaría al mercado de Hong Kong, la forma más habitual de invertir en el país para los extranjeros (las 'acciones H'). En especial, se considera muy vulnerable al sector financiero, con nuevos bancos como el Citic, participado por BBVA, o gigantes aseguradores como China Life.
Lo cierto es que el mercado chino ha cobrado un peso muy importante en las carteras de mercados emergentes: supone 10% del índice MSCI Emerging Markets, y existen numerosos fondos indexados y ETFs que replican su comportamiento, con gran rentabilidad hasta el momento pero que ahora podrían sufrir enormes pérdidas. De hecho, no son pocos los gestores que han decidido reducir posiciones en el gigante asiático por miedo a una gran corrección.
Otros expertos son menos catastrofistas. Para empezar, explican que el mercado de Hong Kong ha subido mucho menos que el de Shangai, por lo que sus valoraciones no son tan exageradas y resistiría mejor una corrección. También hay quien confía en la capacidad del Gobierno comunista para enfriar el boom de la bolsa antes de que estalle. Para ello, ya ha empezado a tomar medidas, como declaraciones públicas de altos cargos en las que hablan sin tapujos de "burbuja", la prohibición del crédito al mercado, las limitaciones al número de cuentas de valores que se pueden abrir o incentivos a la inversión colectiva de la mano de gestores profesionales en detrimento de la inversión directa en bolsa. El siguiente paso será seguramente un impuesto sobre las ganancias de capital.
También se habla mucho de la necesidad de diversificar, pero el primero en aplicarse el cuento puede ser el banco central chino, el principal inversor del mundo en deuda pública de EEUU. La pregunta es cómo diversificará, es decir, en qué cantidad y en qué activos. En todo caso, la experiencia nos dice que lo hará muy gradualmente para evitar provocar un gran impacto en los mercados internacionales.