Wall Street profundizó ayer la corrección iniciada el miércoles, en un día de referencias claramente negativas desde el campo económico. El PIB del tercer trimestre en EEUU fue revisado a la baja y el índice de la Fed de Filadelfia cayó mucho más de lo que se esperaba, lo que indica una contracción de la actividad industrial. El indicador adelantado cumplió las previsiones, pero sigue muy débil.
En otro momento, estos datos y la enorme incertidumbre que generan sobre el escenario económico habrían provocado una caída superior al 1% en los índices. Máxime, con unas lecturas de sentimiento de mercado tan eufóricas como las que tenemos. Pero ahora no. Ayer sólo causaron un recorte del 0,34% en el Dow Jones, del 0,37% en el S&P 500 y del 0,48% en el Nasdaq. Es decir, descensos mínimos.
Nos encontramos con una nueva demostración de la enorme fortaleza de los alcistas. Un mercado que no es capaz de corregir en condiciones cuando tiene tantos argumentos para hacerlo no tiene más remedio que seguir subiendo. Puede haber más consolidación antes de que se retomen las alzas, por supuesto: no hay que olvidar que el Dow sigue en zona de máximos históricos, que acumula una rentabilidad del 15,9% en 2006 y que apenas se ha tomado un respiro en su subida desde julio. Pero la tendencia se impondrá tarde o temprano.
Ayer continuaron los movimientos corporativos, aunque su escala fue menor que en días anteriores y fueron eclipsados por los datos económicos. Nike y Bed, Bath & Beyond decepcionaron con sus resultados.
En otros mercados, el petróleo corrigió un fuerte 1,7%, con lo que perdió los 63 dólares recuperados la víspera; cerró en 62,66. Los bonos subieron como respuesta a un escenario más proclive a las bajadas de tipos, con lo que su rentabilidad bajó al 4,55%. El dólar siguió recuperando frente al euro, pero de forma muy moderada.