El manual para ganar Eurovisión que propone 'The New York Times' y que debe leerse Melody (aunque tal vez sea tarde)
Lucas del Barco
Melody está a solo horas de pisar el escenario de Eurovisión con la bandera de España sobre los hombros y una canción pegadiza en el bolsillo. La 69 edición del Festival se celebra en Basilea, Suiza, tras la victoria del país en la edición de 2024 con la canción 'The Code', de Nemo.
Antes de que la representante española se apodere del micrófono, tal vez debería dedicar unos minutos a revisar el manual que The New York Times acaba de publicar: una guía quirúrgicamente afinada para entender qué hace que una canción triunfe en el festival de música más visto del mundo.
Se trata de un análisis a fondo de cada actuación ganadora desde el año 2000, diseccionando letras, melodías, coreografías y hasta las piruetas escénicas más excéntricas. ¿El resultado? Un compendio de fórmulas infalibles (o casi) para aspirar al micrófono de cristal. Porque en Eurovisión, ganar no es solo cuestión de cantar bien: es cuestión de entender el juego.
1. Cree en ti, aunque no lo haga nadie más
Un patrón sobresale en las canciones ganadoras del nuevo milenio: los temas de superación personal y autoafirmación. Esas letras que, sin rubor, claman que nadie puede impedirte volar alto, aunque el mundo entero lo intente.
Ejemplo supremo: Conchita Wurst, la drag queen barbuda que conquistó Europa en 2014 con 'Rise Like a Phoenix'. El título ya lo decía todo: resurgir de las cenizas, inmune al juicio ajeno. En la misma línea, Dima Bilan, ganador por Rusia en 2008, proclamaba con vehemencia 'Believe' ("aunque el mundo intente derribarme, no dejaré que apaguen mi fuego"). Y en 2015, el sueco Måns Zelmerlöw se presentaba como uno más entre los "héroes de nuestro tiempo".
Si Melody quiere conectar con el alma eurofan, debe recordarse a sí misma —y a todos— que, pase lo que pase, es ella quien escribe su historia.
2. Canta en inglés (aunque tu abuela no lo apruebe)
Es tarde para esto, Melody. Pero conviene anotar que desde que en 1999 se levantó la obligación de cantar en idioma nacional, el inglés se ha convertido en el idioma estrella del certamen. De los últimos 24 ganadores, 18 han interpretado sus temas exclusivamente en la lengua de Shakespeare, y otros dos la han mezclado con su idioma nativo. ¿Por qué? Porque Eurovisión no es solo una competencia vocal, es una gigantesca coreografía continental donde lo que más importa es que todo el mundo entienda el estribillo y lo tararee a la vez. Celine Dion lo hizo. Ruslana también. Incluso Ucrania volvió a ganar en 2022 con Stefania, alternando versos ucranianos con melodías pop universales.
Melody canta 'Esa Diva', una propuesta con aroma flamenco y en español, pero con alma internacional. Que no se le ocurra cambiarlo ahora.
3. Mezcla tradición con pop, pero no te pases de folk
Hay un equilibrio delicado entre honrar las raíces culturales y no sonar a festival de música celta. La receta ganadora está en sazonar el pop con toques tradicionales, sin dejar que lo folklórico se coma la canción. Ahí están los ejemplos: Sertab Erener, que triunfó para Turquía en 2003 con ritmos orientales y bailarinas de vientre. O Helena Paparizou en 2005, mezclando pop a lo Britney Spears con una lira cretense. Incluso la Kalush Orchestra, que hizo historia en 2022 con su flauta telenka y una melodía inolvidable.
¿El error? Creer que un canto ancestral puede llevarte a lo más alto. Eurovisión no es el WOMAD.
4. El cambio de tono: de moda a anatema
Hubo un tiempo en que todo buen 'eurohit' incluía un 'key change' —ese momento glorioso en que la canción sube un tono y parece tocar el cielo. Pero ese recurso se ha convertido en cliché. Desde 2007, ningún ganador lo ha usado, y los organizadores del festival incluso han lamentado su "extinción" en su blog oficial.
Melody, por mucho que su productor le susurre al oído "sube el tono en el último estribillo", debería resistirse. Lo retro, aquí, no siempre funciona.
5. Impacta o desaparece
Eurovisión se gana también con los ojos. Y ahí es donde entra en juego la puesta en escena. Si nadie comenta tu actuación en Twitter, has perdido. Pero cuidado: no todo vale.
Nemo, el ganador suizo de 2024, flotó sobre un disco giratorio al borde del vértigo. Dima Bilan trajo una pista de hielo al escenario en 2008. Loreen, la reina sueca de Euphoria, usó solo viento y oscuridad… y nadie olvidó su número.
¿Y el error? Convertirse en meme. Como Donatan & Cleo en 2014, que presentaron a una lechera sensual batiendo mantequilla al ritmo de un canto eslavo. Quedaron 14. Lo recordamos, sí, pero no por su música.
6. Fuego: cuanto más, mejor
Si todo lo demás falla, quema algo. O finge hacerlo. El fuego es el rey indiscutible del efecto especial eurovisivo. Desde las llamaradas digitales de Ruslana en 2004 hasta los ríos de fuego que caían sobre Emmelie de Forest en 2013, las llamas fascinan y elevan.
Eso sí, no quemes el piano. Austria lo intentó en 2015 y el instrumento ardió en directo. Pero el grupo terminó en el fondo de la clasificación. Moraleja: las metáforas sí, la destrucción literal, mejor no.
Mezcla de pop electrónico con matices andaluces
Melody llega a Eurovisión 2025 con una propuesta pegadiza, es un mensaje sobre igualdad, autenticidad y empoderamiento. Mezclando pop electrónico con matices andaluces, la canción apuesta por una producción vibrante y una puesta en escena que ya genera expectación.
La artista, que ha compuesto el tema junto a Alberto Fuentes Lorite, ha dedicado más de un año a pulir cada palabra de la letra. El resultado es una pieza que rompe con los clichés y ofrece una nueva mirada sobre lo que significa ser una "diva". Aquí no hay espacio para estereotipos: la diva puede ser una madre que se levanta temprano, una persona anónima que lucha cada día o cualquier individuo que vive con autenticidad.
Entonces… ¿Os ha gustado la actuación de @soyyomelody en la 1ª Semifinal?
— MELODY SPAIN (@MelodySpain_) May 13, 2025
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Melody asegura estar en un momento personal sereno, tras haber sido madre, y considera que esta etapa es ideal para volver al centro del escenario. "Vengo a disfrutar del arte, pero también a responder al cariño del público que siempre me ha animado a presentarme", afirma. La artista quiere visibilizar la fuerza cotidiana y reivindicar la belleza de lo real frente a los artificios. España no es una de las favoritas en la carrera hacia el micrófono de cristal pero en los últimos días Melody ha avanzado posiciones en las apuestas.