Televisión

Los efectos sobre el hígado y el cerebro de ver todos los días 'La familia de la tele' (o cualquier programa que dure cuatro horas)


Informalia

Salvo muertes de personajes de la relevancia del Papa Francisco u otros acontecimientos como el apagón masivo, este lunes 5 de mayo se estrena La familia de la tele, es decir, justo dos años después de aquel 5 de mayo de 2023, cuando Informalia avanzó en primicia que Mediaset iba a retirar Sálvame de la programación y que sería Ana Rosa Quintana quien se haría cargo de las tardes en Telecinco.

Pero este gran contenedor que, si nadie lo impide, iniciará por fin su andadura en La 1, dura más de cuatro horas. Es decir, verlo completo cada día, incluyendo las telenovelas y todas sus partes, implica estar sentado frente al televisor más de cuatro horas diarias. Eso es un peligro para la salud. No nos referimos a ver La familia de la tele, con su partes de magacín y de culebrones; sino cualquier cosa: ver la televisión durante 4 horas al día tiene sus consecuencias y eso, si fuera un medicamento, necesitaría un prospecto de advertencia por las consecuencias que puede tener contra la salud.

Las tardes arrancarán desde este lunes (con desfile de Isa Pantoja muy embarazada como sorpresa) a las 15:50 horas con La familia de la tele. El espacio que presentan María Patiño, Inés Hernand y Aitor Albizua con la colaboración especial de Belén Esteban y otros rostros de Sálvame como Kiko Matamoros o Lydia Lozano, nace con la vocación de recuperar el espíritu de los grandes formatos de la televisión, un contenedor que sume cotilleo, humor, actualidad y culebrones. La idea es que entre la parte de magacín, los culebrones y demás contenidos, el espacio dure hasta las 20:30 horas, momento en el que arrancará el programa Aquí la tierra con Jacob Petrus.

Pero ojo: eso son muchas horas seguidas frente al televisor. Y la salud puede resentirse, no por ver ese programa o canal en concreto sino cualquier cosa. Y más si se convierte en un hábito diario.

El efecto sobre el hígado y el cerebro de ver todos los días La familia de la tele (o cualquier programa que dure cuatro horas) puede tener consecuencias. En una época donde los programas de entretenimiento ligero, como La familia de la tele, inundan la televisión durante tantas horas seguidas, resulta necesario preguntarnos: ¿qué efectos tiene sobre nuestro cuerpo y mente dedicar varias horas al día —todos los días— a este tipo de contenidos? Aunque parezca inofensivo, el hábito de ver televisión de forma prolongada y pasiva puede tener consecuencias físicas y mentales profundas, especialmente si se mantiene a lo largo de los años.

El hígado: un órgano silenciosamente afectado

Aunque al hablar de sedentarismo pensamos más en el corazón o en la ganancia de peso, el hígado también sufre directamente por pasar largas horas frente a una pantalla sin moverse.

1. Riesgo de hígado graso no alcohólico

El sedentarismo disminuye el gasto calórico, lo que favorece la acumulación de grasa corporal. Parte de esa grasa puede almacenarse en el hígado, provocando una afección conocida como esteatosis hepática no alcohólica. Si se combina con una dieta rica en snacks poco saludables —frecuente durante el visionado prolongado— el riesgo aumenta notablemente.

2. Inflamación progresiva

Con el tiempo, un hígado graso puede inflamarse (esteatohepatitis), y si no se corrige el estilo de vida, esta inflamación puede progresar hacia fibrosis (cicatrización del tejido hepático) y, en casos graves, cirrosis.

3. Alteraciones metabólicas

El cuerpo inactivo responde peor a la insulina, una hormona clave en el metabolismo. Esta resistencia promueve niveles elevados de azúcar en sangre y mayor acumulación de grasa hepática, deteriorando aún más el estado del órgano.

4. Obesidad y síndrome metabólico

Estar sentado durante horas no solo contribuye al aumento de peso, sino que también favorece el desarrollo del síndrome metabólico, un conjunto de factores que incluyen hipertensión, colesterol alto y azúcar elevada en sangre. Todos ellos impactan negativamente en la salud hepática.

5. Circulación hepática comprometida

La inactividad prolongada reduce el flujo sanguíneo, incluyendo al hígado. Menor oxigenación y nutrición celular pueden deteriorar su funcionamiento con el tiempo.

O sea, poca broma: ver televisión durante horas sin moverse no es solo un pasatiempo inofensivo. Puede ser el inicio de una cadena de daños que terminan afectando gravemente al hígado, especialmente si se mantiene como hábito cotidiano durante años.

El cerebro: entre la distracción constante y la transformación física

El cerebro, órgano complejo y sensible a los estímulos, también cambia cuando se expone de manera crónica a magacines de cotilleo, como los que protagonizan maratones de muchas horas diarias.

1. Disminución de la concentración

Estos programas están diseñados para ofrecer estímulos breves, rápidos y superficiales. Esto entrena al cerebro para funcionar en ese ritmo, dificultando la concentración en tareas más profundas o complejas.

2. Sobrecarga emocional

Los constantes dramas, conflictos y emociones intensas presentes en estos programas activan repetidamente el sistema de estrés. Esto eleva los niveles de cortisol, una hormona que, si se mantiene alta por mucho tiempo, daña la salud emocional y cognitiva.

3. Percepción distorsionada de la realidad

Al pasar tanto tiempo viendo interacciones exageradas y relaciones superficiales, el espectador puede llegar a aceptar esos comportamientos como modelos de referencia válidos, alejándose del mundo real.

4. Empobrecimiento cognitivo

El cerebro necesita estimulación intelectual para mantenerse ágil. Diez horas diarias de contenido sin desafío real reducen la estimulación necesaria para preservar funciones como la memoria, el razonamiento o el lenguaje.

5. Aumento de ansiedad y tristeza

La exposición prolongada a conflictos ajenos, sumada al aislamiento que genera este consumo pasivo, puede aumentar el riesgo de desarrollar síntomas ansioso-depresivos.

6. Menor empatía y más aislamiento

Cuando se consume de forma constante contenido que cosifica a las personas y banaliza los problemas, se pierde sensibilidad ante el sufrimiento real. Además, el tiempo invertido en estos programas resta oportunidades de interacción social significativa.

7. Adicción conductual

Como cualquier actividad que activa el sistema de recompensa emocional (como el cotilleo), estos programas pueden generar una especie de adicción: se necesita más drama, más historias, más estímulo.

8. Deterioro de la autoestima

Compararse —aunque sea de manera inconsciente— con los personajes públicos puede afectar la autoimagen, especialmente si se idealizan estilos de vida inalcanzables.

9. Desgaste emocional y mental

Lejos de relajar, esta sobreexposición emocional deja al cerebro fatigado, sin energía para otras tareas cognitivas o sociales.

Cambios estructurales reales en el cerebro

Las consecuencias no son solo funcionales. A largo plazo, también se observan cambios físicos en el cerebro de quienes consumen entretenimiento pasivo y emocional de forma excesiva:

Atrofia de la corteza prefrontal, reduciendo la capacidad de juicio y autocontrol.

Hiperactividad de la amígdala, provocando mayor impulsividad y reacciones emocionales exageradas.

Reducción de la conectividad neuronal entre áreas como la memoria y el pensamiento crítico.

Menor plasticidad cerebral, dificultando el aprendizaje y la adaptación.

Pérdida de volumen en zonas asociadas al autocuidado y la regulación emocional.

Ver tanto La familia de la tele durante cuatro horas al día como otros contenidos puede parecer un hábito inocente. Pero si este patrón se repite diariamente, los efectos acumulativos sobre el cuerpo y la mente pueden ser serios: desde daño hepático hasta transformación estructural del cerebro. Una vida más activa —física e intelectualmente— es indispensable para cuidar nuestra salud en todos los niveles. ¿Qué tal si apagamos la tele y salimos a caminar o leemos un buen libro?