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Ni cerradura forzada ni restos de ADN: así fue el asesinato de la familia Barrios que sigue sin resolverse después de 20 años

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Esta noche tendrá lugar un programa en La Sexta en el que se tratará uno de los asesinatos más brutales que se ha visto en los últimos años en nuestro país. El programa El Caso, conducido por Carlos Quílez, Cruz Morcillo y Bea Osa, ahondará en esta trama que conmocionó en 2004 a una pequeña pedanía de Burgos.

Ni una cerradura forzada, ni restos de ADN, ni testigos que puedan esclarecer lo ocurrido, este fue el panorama cuando en Oña, La Parte de Bureba, los residentes despertaron con la noticia del brutal asesinato del alcalde, junto a su mujer y su hijo menor en su piso de la calle Jesús María Ordoño. Un suceso traumático que aún hoy forma parte de la crónica negra de España, siendo un crimen sin resolver.

En la madrugada del 7 de junio de 2004 Salvador Barrio, su esposa Julia Dos Ramos y su hijo menor, Álvaro, de 12 años, recibieron un total de 99 puñaladas y otras lesiones notables. El único miembro de la familia que sobrevivió fue el hijo mayor, Rodrigo, que se encontraba en esos momentos en un internado en los Gabrielistas, en Aranda de Duero.

No tardó la policía en señalar al mayor como principal sospechoso debido a su complicada relación familiar, ya que, según testigos, mantenía tensiones con sus padres y, en particular, se había distanciado desde la llegada de su hermano pequeño. Además de algunos detalles perturbadores, como dibujos de personas decapitadas realizados por el joven, alimentaron las sospechas de los investigadores.

Inicialmente se llegó a pensar que Rodrigo habría podido escapar del internado, cometer el asesinato y luego regresar. Sin embargo, tres días después de su detención fue liberado por falta de pruebas concretas. Las huellas dactilares no concordaban, y no se encontró el arma homicida, lo que complicó aún más la resolución del caso.

Las heridas eran demasiado numerosas y apuntaban más a un ataque con ensañamiento. Aunque no se encontraron huellas dactilares relevantes, sí apareció una pista importante: unas pisadas de una zapatilla deportiva de la talla 42-43. Estas parecían provenir del agresor, pero desaparecían misteriosamente en el exterior del edificio, lo que llevó a pensar que el asesino se cambió de calzado para no dejar rastro. Esta pista, aunque significativa, no condujo a una resolución.

Reapertura del caso en 2014 y la aparición de Angelito

Diez años después del crimen, en 2014, la investigación fue reabierta con un nuevo sospechoso en la mira: Ángel Ruiz Pérez, apodado "Angelito". Este hombre, un vecino de la pedanía de La Parte de Bureba, tenía un historial de problemas con el alcalde. Angelito había tenido enfrentamientos previos con Salvador y, además, fue condenado por un homicidio posterior, el atropello mortal de una mujer de 85 años en 2011.

Las sospechas sobre Angelito se intensificaron cuando encontraron una zapatilla en su propiedad que parecía coincidir con las huellas encontradas en la escena del crimen. Además, Ruiz había realizado pintadas insultantes en la tumba de Salvador tras su muerte. Pero la falta de pruebas concluyentes no pudieron determinar a este sujeto como el asesino de la familia Barrio, y la línea de investigación volvió a estancarse.

En julio de 2021, casi 17 años después de los asesinatos, la policía científica de Orense llevó a cabo una nueva inspección en un Audi incautado en 2007, en el que creían que podría encontrarse alguna pista adicional. El coche había sido requisado a Rodrigo, y los investigadores esperaban que las técnicas forenses modernas pudieran proporcionar nuevas pruebas.

Los delitos de homicidio prescriben después de 20 años si no se encuentra al culpable. Sin embargo, para aquellos que han sido señalados como sospechosos el caso prescribe 20 años después de que empiece el proceso judicial contra ellos. Para Ángel Ruiz se cumplirá en 2034, mientras que para Rodrigo Barrio será en 2027.