Polémica en Milán por las modelos de Gucci: "La talla 34 es inadmisible"
Chusa Montalbán
El coronavirus fue uno de los protagonistas de la Semana de la Moda de Milán pero no el único. Una modelo que desfiló para Gucci, de talla 34 y medidas 81-63-79, se convirtió en el foco de todas las miradas y también de las críticas.
Elisa D'Ospina es una modelo curvy que ha dicho "Basta". Tras ver el desfile de la firma italiana, escribió una petición en la plataforma Change.org para solicitar medidas urgentes: "¿Conocen una talla 34? Es inadmisible proponer un modelo con medidas impugnadas. Creo que sería apropiado firmar un documento en el que todas las casas de moda se comprometan a no volver a utilizar a personas que obviamente tienen bajo peso. También solicito la presencia de personal competente que se ocupe de los trastornos alimenticios para evaluar la idoneidad de los casos sospechosos. Somos mujeres, no maniquíes", reza la petición, que ya ha recogido más de 25.000 firmas.
En 2017, Gucci, Dior, Bottega Veneta, Louis Vuitton, Yves Saint Laurent, Fendi y Givenchy, entre otras firmas, se sumaron a un código común de autorregulación para garantizar el bienestar de los modelos sobre la pasarela. También se presentó un proyecto de ley a la Cámara de Diputados para prohibir el uso de modelos con un índice de masa corporal por debajo del que la Organización Mundial de la Salud recomienda, pero parece que ni lo uno ni lo otro han sido suficientes para acabar con esta práctica.
Las historias de algunas modelos sobre las prácticas que eran obligadas a adoptar antes de los desfiles son terroríficas. Ulrikke Hoyer, por ejemplo, demandó a Louis Vuitton, que la despidió 24 horas antes del desfile porque ella se negó a alimentarse solo con agua. La modelo Filippa Hamilton, de 54 kilos, fue despedida de Ralph Lauren: "Me dijeron que me echaban porque tenía sobrepeso y ya no me quedaban bien sus prendas", explicó al periódico New York Daily News.
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El fallecido Karl Lagerfeld fue uno de los más polémicos de la industria en relación a este tema. El alemán se negaba a confeccionar prendas de talla 38 porque "no diseñaba para gordas". "Las mujeres curvilíneas deben quedarse fuera de la pasarela, nadie quiere verlas". Además, afirmó que quienes criticaban a las modelos por su excesiva delgadez eran "las típicas madres gordas que se sientan en el sofá todo el día comiendo patatas fritas".