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La ex de José Fernando Ortega ha muerto: una vida marcada por el amor, la adversidad y la lucha personal
Informalia
La noche de este pasado 7 de julio, María Rodríguez Gamaza, más conocida como Michu, fue hallada sin vida en su domicilio, a los 33 años de edad. La noticia ha causado una gran conmoción tanto en su entorno personal como en el ámbito mediático, donde su historia fue ampliamente seguida por su relación con José Fernando Ortega, hijo del torero José Ortega Cano y la inolvidable Rocío Jurado. Aunque las causas oficiales del fallecimiento no han sido confirmadas, todo apunta a complicaciones relacionadas con sus conocidos problemas cardíacos.
Michu saltó a la esfera pública en 2013, cuando inició una relación con José Fernando tras conocerse en una discoteca. Lo que comenzó como un encuentro casual se convirtió en una historia de más de una década marcada por altibajos, reconciliaciones y momentos de profunda conexión, entre ellos, el nacimiento de su hija Rocío en 2017. El nacimiento de la pequeña fue, sin duda, un punto de inflexión en la vida de ambos, aunque las dificultades personales y legales del joven Ortega Cano terminaron afectando profundamente a la relación. En 2018, Michu se sometió a una delicada operación de corazón debido a una enfermedad congénita que arrastraba desde su nacimiento. Esta intervención marcó un antes y un después en su estado de salud, que a partir de entonces comenzó a requerir cuidados constantes. A pesar de ello, Michu mantuvo siempre una actitud luchadora y trató de continuar con su vida, centrándose especialmente en la crianza de su hija. La historia con José Fernando fue todo menos sencilla. En enero de 2024, tras años de distanciamiento y desencuentros, decidieron darse una última oportunidad como pareja. Sin embargo, la reconciliación no prosperó. El desgaste acumulado, la presión mediática y las diferencias personales acabaron por separarlos nuevamente. Michu vivió ese año uno de los momentos más duros de su vida: la pérdida de su segundo embarazo. Reconoció que tuvo que interrumpir la gestación por motivos médicos. "Fue el Día de la Mujer, no voy a poder olvidarlo nunca", dijo entonces, visiblemente afectada.
A lo largo de los años, la pareja atravesó numerosos obstáculos, incluyendo los problemas judiciales de José Fernando. En 2013, fue condenado a un año y nueve meses de prisión por agredir a un joven y quemar su coche tras una noche de fiesta. Solo un año después, ingresó en un centro de desintoxicación en Barcelona, iniciando un largo periplo por distintas clínicas del país, en un intento por superar sus adicciones. En 2016, una orden de alejamiento sobre Michu y nuevas polémicas legales agravaron su situación, lo que le llevó a permanecer durante un tiempo en el centro psiquiátrico de Ciempozuelos.
Durante la etapa más convulsa de su relación, Michu tuvo que lidiar no solo con su propia salud y maternidad, sino también con las complejas dinámicas familiares del clan Ortega Cano. Las tensiones con Gloria Camila, hermana de José Fernando, fueron públicas y constantes, aunque en 2022 ambas sorprendieron al mostrar un acercamiento gracias a la figura de la pequeña Rocío. Gloria le dedicó unas tiernas palabras a su sobrina en redes sociales, gesto que Michu agradeció públicamente, mostrando que, al menos por un tiempo, las heridas estaban sanando.
La exposición mediática tampoco ayudó a la estabilidad de la pareja. En 2016, su ruptura fue anunciada en televisión, lo que generó un gran malestar en la familia Ortega Cano. Sin embargo, a pesar de todo, Michu siempre mostró una férrea determinación por mantener a su hija lejos del escándalo y brindarle una infancia lo más estable posible.
Había intentado rehacer su vida lejos de los focos
En sus últimos años, María Rodríguez Gamaza había intentado rehacer su vida lejos de los focos. Trabajaba como consultora para una empresa de productos de belleza, centrada en construir un entorno tranquilo para su hija. Aunque su situación seguía siendo delicada, tanto en lo emocional como en lo físico, había encontrado cierta estabilidad y mantenía una relación cordial con José Fernando, especialmente tras vivir una situación traumática: una agresión en plena calle, de la que habló posteriormente en televisión. Michu fue una figura muy expuesta, pero también profundamente humana. Su vida estuvo marcada por el amor, el sufrimiento, las segundas oportunidades y, sobre todo, su rol como madre. El repentino final de su historia ha dejado desolados a sus seres queridos y ha conmocionado a quienes la siguieron a través de los medios. Mientras se espera el informe oficial que aclare las causas de su fallecimiento, la pequeña Rocío queda ahora como el principal legado de una vida intensa, compleja y llena de luces y sombras. El recuerdo de Michu permanecerá en quienes conocieron su historia y, sobre todo, en la sonrisa de su hija, que fue siempre su mayor motivo de lucha.