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Yamine Lamal se relaja a tope con una influencer que casi le duplica la edad: minuto y resultado
- La joven estrella del F.C. Barcelona ha disfrutado de unos días de asueto en la costa italiana
- Fati Vázquez ha presumido de la escapada en sus redes sociales
Lucas del Barco
En el sur de Italia, donde el mar lía su azul más antiguo y el sol tiene el tacto dulce del limoncello, una lancha de lujo se desliza sobre las aguas como un animal de diseño. A bordo, el muchacho que ahora lleva sobre sus espaldas el porvenir del fútbol español: Yamine Lamal. Apenas un hálito lo separa de los dieciocho, pero ya ha tocado con la yema de los dedos esa vida de epopeya moderna que se narra en titulares dorados y fotos robadas.
A su lado, una mujer —Fati Vázquez— con mirada de haber vivido más, pero con el cuerpo entrenado en los algoritmos de la belleza. Influencer, dicen. Exazafata, dicen. Creadora de contenido, dicen. Pero, sobre todo, figura que ha pasado del brillo digital a las portadas con la misma agilidad con la que cambia el ángulo de su rostro frente a la cámara. Y sí, casi le dobla la edad.
Hay imágenes. Fotografías tomadas a distancia, como se espían los besos que aún no han sucedido. Gestos cómplices, piernas estiradas al sol, alguna mirada que parece decir algo más que lo que la superficie del mar puede reflejar. No se han escondido. Tampoco se han proclamado. Son ellos, flotando entre la calma de las olas y el rugido sordo del escándalo incipiente.
Lamal ha vivido, en apenas dos temporadas, lo que a otros les lleva medio siglo de biografía. Es un héroe precoz de estadio y anuncio, que dribla tanto a defensas como a la infancia. Viaja como quien ya sabe que el mundo está a su disposición, que todo es alcanzable. Fati lo acompaña con ese aplomo que dan los años vividos en línea, compartiendo desde consejos de nutrición hasta la intimidad medida en píxeles. ¿Amigos? ¿Un soplo de verano? Qué más da. Lo único cierto es que en ese yate no solo se navegaba por el Tirreno, sino también por las aguas turbias de la curiosidad pública. El futbolista menor de edad, la mujer que podría —si el relato lo pidiera— ser su mentora, su musa o su desliz.
El barco es de alquiler. Las fotos, del pasado domingo. El murmullo, constante. Ninguno ha hablado, porque en este tiempo ya no hace falta hablar. Las redes completan lo que el silencio no desmiente. Así transcurre la escena: entre olas, rumores y cuerpos que se broncean en cubierta mientras España entera, desde los chiringuitos hasta los platós, juega a adivinar si el futuro del fútbol también escribe ahora una novela sentimental. Tal vez no haya historia de amor, pero sí, sin duda, un relato perfecto para alimentar esta crónica veraniega donde la juventud brilla, el deseo se insinúa, y la fama no descansa.