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Warren Buffett anuncia su retirada: la vida sentimental y familiar del CEO de Berkshire Hathaway

Astrid Menkes, Warren Buffett y Susan Buffett

Lucas del Barco

Quizás su despedida es más que un mero relevo corporativo. Es la salida de escena de un hombre (de 94 años) que construyó uno de los imperios económicos más estables del mundo sin renunciar a su esencia personal. Buffett no solo enseñó a invertir. Enseñó también —a quien quisiera observarlo— a vivir con propósito, con vínculos reales, y con un corazón más grande que su fortuna.

Warren Buffett, el legendario inversor de Omaha y uno de los hombres más influyentes en la historia del capitalismo moderno, ha anunciado finalmente su retirada como consejero delegado de Berkshire Hathaway. Aunque su legado financiero y empresarial es ampliamente conocido, su vida personal, sentimental y familiar ha permanecido durante décadas en un discreto segundo plano. Con su adiós a la gestión activa del conglomerado, se abre también una ventana para revisar el lado más humano de un hombre cuya imagen pública ha estado marcada por la sobriedad, la coherencia y una inquebrantable fe en los mercados.

A diferencia de muchos de sus colegas multimillonarios, Warren Buffett siempre ha hecho gala de un estilo de vida sorprendentemente modesto. Seguía viviendo en la misma casa de Omaha que compró en 1958 por apenas 31.500 dólares, y hasta bien entrada la era digital, solía desayunar en McDonald's y conducir su propio coche sin escoltas ni ostentaciones.

Esa sencillez también se refleja en su vida familiar. Buffett se casó en 1952 con Susan Thompson, una mujer culta, independiente y con inquietudes sociales que influyó poderosamente en sus posturas ideológicas, a menudo más progresistas de lo que se podría esperar en un hombre de su perfil. Tuvieron tres hijos: Susan, Howard y Peter. Cada uno de ellos ha tomado caminos muy distintos, desde la filantropía hasta la música, pasando por la gestión agrícola.

Warren Buffett, junto a su hija Susan Alice Buffett

Un matrimonio poco convencional

La relación entre Warren y Susan fue, durante décadas, una de las más enigmáticas del mundo empresarial. Aunque se mantuvieron casados hasta la muerte de ella en 2004, vivieron separados desde finales de los años setenta. Fue entonces cuando Susan, decidida a emprender su carrera como cantante, se trasladó a San Francisco, mientras Warren permanecía en Omaha. A pesar de la distancia física, nunca rompieron su vínculo emocional.

Warren Buffett, con sus hijos Peter (izquierda) y Susan Alice (derecha)

Lejos de cualquier dramatismo mediático, su relación evolucionó hacia un entendimiento poco convencional pero profundamente afectivo. Susan, incluso desde la distancia, fue quien presentó a Warren a Astrid Menks, una camarera letona a la que conoció en un restaurante local. Menks y Buffett iniciaron una relación que se mantuvo en paralelo a su matrimonio con Susan, y tras la muerte de esta, Astrid se convirtió en su esposa en 2006, en una ceremonia discreta y privada. La convivencia entre las tres personas fue tan armónica como atípica: en muchas cenas y eventos sociales, se les podía ver juntos, y las tarjetas navideñas solían estar firmadas por "Warren, Susan y Astrid".

Astrid Menkes, Warren Buffett y Susan Buffett

Los hijos de Buffett: herederos de valores, no de fortunas

En el ámbito familiar, Buffett ha defendido desde siempre una filosofía particular: darles a sus hijos "lo suficiente para que puedan hacer cualquier cosa, pero no tanto como para que no hagan nada". Aunque es uno de los hombres más ricos del planeta, ha dejado claro en múltiples ocasiones que la mayor parte de su fortuna irá a causas benéficas, no a manos de sus descendientes. Esta convicción lo llevó, junto a Bill Gates, a lanzar la iniciativa Giving Pledge, un compromiso por parte de los millonarios de todo el mundo a donar la mayor parte de su riqueza a la filantropía.

Sus hijos, lejos de reclamar una herencia cuantiosa, han seguido caminos independientes. Howard es agricultor y ha dedicado su vida a la producción sostenible; Peter es músico y compositor; y Susan, la hija mayor, dirige la Fundación Sherwood, centrada en la mejora de oportunidades para comunidades desfavorecidas. Ninguno de ellos trabaja en Berkshire Hathaway.

La dimensión afectiva de un magnate reservado

Warren Buffett era famoso por su templanza, su sentido del humor irónico y su capacidad para simplificar cuestiones complejas. Pero también eraun hombre profundamente emocional, especialmente en lo que se refería a su familia. En sus cartas anuales a los accionistas, no era raro encontrar menciones afectuosas a Susan, a sus hijos, y a su "socia en la vida", Astrid. En entrevistas, habló con franqueza sobre lo mucho que echó de menos a Susan tras su fallecimiento y sobre el papel fundamental que desempeñó Astrid en su vejez.

Warren Buffett in 1980

En uno de los documentales más íntimos sobre su figura, Becoming Warren Buffett, el inversor confesaba que, pese a su éxito en los negocios, su mayor aprendizaje en la vida había sido el amor: "La única forma de ser verdaderamente feliz es cuando te aman, y no puedes conseguir que la gente te ame siendo rico o poderoso. Solo puedes lograrlo siendo amable".

Con su salida definitiva de Berkshire Hathaway y la designación de Greg Abel como su sucesor, Warren Buffett ha cerrado una era. Pero más allá de las cifras y los balances, deja una huella humana profunda: un ejemplo de coherencia, una filosofía de vida basada en la confianza, la prudencia y el afecto, y una familia unida por valores, no por intereses financieros.