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Marta Hermoso, la novia que ninguna madre querría para su hijo: mentiras y bolsos de Vuitton
Beatriz Cortázar
Pasan los días y el escándalo mediático que se ha organizado con el robo en una habitación del Hotel Wellington de Madrid a un empresario mexicano va en aumento, sin pinta de que acabe bien. Como ya se informó en su momento, la policía investiga desde hace más de siete meses a una banda organizada en la que estaría implicada una influencer andaluza, ingredientes que han convertido este suceso en el contenido más sabroso del salseo del corazón. El periódico El Mundo destapó esta historia que se remonta a casi ocho meses atrás, cuando el mexicano Enrique Abascal, de 43 años, casado y padre de tres hijos, se encontraba en el citado hotel disfrutando de una estancia en Madrid, algo que suele hacer frecuentemente.
Se supone que vino para oficializar la venta de una finca y es que en España tiene muchos contactos, tanto españoles como mexicanos, que ya se sabe que el barrio de Salamanca es el segundo D.F. del momento. Enrique, que se dedica a las finanzas y trabaja en lo que los mexicanos llaman 'un banco de segundo piso' (con el que consiguen atraer a muchos extranjeros para abrirles cuentas online en su país), tuvo que denunciar el robo de sus relojes de lujo y unas pulseras por un importe valorado en casi medio millón de euros.
En su día, el escándalo no trascendió de lo que fueron las dependencias policiales. Se abrió la investigación, se tomó declaración a las personas implicadas y la víctima regresó a su país esperando conocer el resultado de este caso. Lo que no imaginaba es que casi ocho meses después del robo que había sufrido, se iba a convertir en el titular de todas las crónicas sociales, que también están salpicando a los medios mexicanos. La historia cuenta con una influencer andaluza que, aunque al principio la situaban en Sevilla, ya se ha sabido (sus vecinos se han encargado de llamarnos a los periodistas) que su origen real es un pueblo de Huelva, Repilado, donde ya hay muchas personas hablando de cómo se las gastaba la citada Marta y cómo se ha inventado una vida que nada tiene que ver con la real. Sin ir más lejos, en el programa Y ahora Sonsoles, Anabel Gil, hermana del que fuera pareja de Marta cuando tenía 18 años (hoy tiene 35) contó cómo mentía muchísimo en aquellos años, cuando presumía de tener un padre ministro y realmente era camionero o lucía bolsos de firma a la vez que sacaba billetes de 500 euros sin que se le conociera trabajo ni tampoco estudios. Escuchando estos testimonios se llega a la conclusión de que Marta es lo más parecido a un 'Pequeño Nicolás' o a lo que toda la vida se ha llamado un 'quiero y no puedo' o una fantasiosa.
Pero mientras la policía sigue su investigación (lo último es que se ha citado a declarar a otra influencer que aparece en las cámaras del Hotel Wellington y que responde al nombre de Isabel D., señalada por la propia Marta como la mujer que aparece en los vídeos del hotel), la historia de Marta se complica en cuanto que se están descubriendo otras posibles estafas y muchas más mentiras de las que hubiera querido que aparecieran. Aunque ahora le lleva su defensa el abogado mediático Juango Ospina, lo cierto es que hasta hace muy pocos días no descartaba aparecer en algún medio de comunicación para explicar su versión. Ella insiste en que no tiene nada que ver con el robo y que no es la persona que aparece en el vídeo que la policía tiene como prueba y que demostraría su estancia en el Hotel Wellington. Señala a la citada Isabel D. y de ahí que ahora, seguramente, se haya activado esa declaración.
Lo más curioso de la historia es descubrir cómo Marta es una vieja conocida, incluso en los medios de comunicación. Ya en el año 2014 ocupó la portada de una conocida revista como supuesta novia del sevillano Enrique Solís. Juntos aparecen en unas imágenes en la playa donde Solís practicaba Kite surf. Lo que no se contó es que estaba en la orilla el que entonces era novio de Marta, el mismo que compartía la cometa con Solís. Entre ellos nunca hubo nada, salvo que Marta era la novia de su amigo, y por eso esa historia no tuvo ni continuidad ni final.
Hoy, la gente que ha tratado a Marta prefiere no hablar mucho al respecto porque temen que, una vez pase todo este proceso y este escándalo mediático, puedan tener consecuencias si se demuestra que está implicada con una trama de delincuentes que roban relojes de alta gama. Una cosa es tener una amiga influencer y otra que esté involucrada en delitos oscuros. Después de varios novios en Andalucía y ver cómo las familias se negaban a que esta relación siguiera su curso porque nadie se creía las mentiras de la fantasiosa Marta, la joven se instaló en Madrid y se movía en un círculo muy cercano al nieto del rey Juan Carlos, Froilán Marichalar, o relaciones públicas como Fernando Nicolás y la propia Mar Torres. Mucho retoque estético, mucho gimnasio, mucho bolso de firma, incluso un piso en el barrio de Salamanca que, parece ser, tampoco estaba a su nombre. También mucha salida nocturna en los locales y restaurantes donde tienen como clientela a los mexicanos, colombianos y venezolanos que residen en Madrid desde hace años y que se han hecho con los mejores pisos de la capital. Así se las gastaba esta chica que, en su día, fue portada por una presunta historia sentimental y hoy por su imputación en un delito que no solo ha salpicado los medios españoles, sino que ya es la comidilla en México, y eso que lo único que quería la víctima era que todo esto no saliera a la luz.
Por cierto, si nada lo impide, el mexicano tiene previsto regresar a Madrid en menos de un mes, aunque si no cesa el interés mediático igual se lo piensa dos veces. Las mentiras de Marta están llenando todas las noticias mientras ella se encuentra en Dubái, donde tiene muchas amigas, incluyendo una Miss muy conocida.