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La doble celebración de Cayetano Martínez de Irujo: de su boda con Bárbara Mirjan al centenario de su madre


Beatriz Cortázar

Muy celoso de su vida privada, a Cayetano Martínez de Irujo no le hace gracia que le pregunten por su próxima boda con su novia Bárbara Mirjan ni mucho menos entrar en detalles de quién formará parte de la lista de invitados. Después de más de diez años de relación, ha llegado el momento de que Cayetano y Bárbara pasen por el altar y nada se lo impide, puesto que la boda religiosa del duque de Arjona con Genoveva Casanova se anuló ante la iglesia. Aunque se trata de una noticia feliz, no lleva bien este tipo de preguntas y por eso no solo las evita sino hasta que se enfada cuando le quieren interrogar al respecto. Pero que sea celoso de su vida privada no significa que haya dudas en cuanto a la celebración de ese matrimonio.

Es la propia Bárbara quien me confirma que se encuentra fenomenal y que todo sigue adelante, sorprendida por algunos rumores que apuntaban a un malestar entre la pareja e incluso a un replanteamiento del enlace.

Pero no todo es la boda. Cayetano tiene doble celebración y de lo que sí hablará más adelante, cuando esté todo más encarrilado, es del homenaje que quiere preparar por el centenario de su madre, Cayetana Fitz-James, y la ilusión que le hace poder reunir a todas las personas que la trataron y pueden hablar con conocimiento de causa. Una vez más, el jinete se embarca en este proyecto en solitario, puesto que en la Casa de Alba, de momento, no se anuncia ningún tipo de celebración y ya veremos si se apuntan a la agenda que prepara Cayetano. No es ningún secreto que la duquesa de Alba tenía adoración por su hijo Cayetano, al igual que por su hija Eugenia, y ese cariño hoy Cayetano lo devuelve, intentando que no se quede en el olvido la figura de la duquesa de Alba más original y diferente de la historia de ese linaje.

Hoy, el ducado no tiene ni la alegría ni el desparpajo que tenía Cayetana, pero tampoco su hijo Carlos tiene nada que ver con ella a pesar de ser hoy quien ostente ese título. Cayetana era una mujer totalmente diferente. Una apasionada del flamenco, de los toros, del arte, de la cultura en general… Una mujer comprometida con muchas causas humanitarias, pero siempre mirando la economía de su casa y luchando para que el patrimonio no se despedazara. De eso saben sus hijos y de cómo se enfadaba cuando había que hablar de números o impulsar algún proyecto que no fuera de su agrado.

Eso sí, aunque el ducado siempre lo tuvo muy presente, cuando Cayetana se enamoró como una niña de Alfonso Díez accedió a repartir su herencia en vida y dejar a todos sus hijos bien colocados. Lo hizo como prueba de amor a un Alfonso que hoy sigue sumido en ese silencio, casi sepulcral a la hora de hablar de la que fue su esposa y ajeno a los focos de las cámaras que tan nervioso le ponen. El duque viudo intenta mantener un complicado equilibrio para llevarse bien con todos los hijos de Cayetana, pero se da por sentado que estará en los actos que organice Cayetano, aunque evitando más protagonismo que el de un viudo que hoy lleva una vida muy tranquila y así quiere seguir por mucho más tiempo.