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La herencia del conde Romanones se divide entre sus cinco hijos: ¿quién recibirá el título nobiliario?


Informalia

Lo adelantó Informalia en exclusiva el pasado jueves: Álvaro Figueroa Griffith, cuarto conde de Romanones, falleció el viernes 21 de marzo a los 76 años. El aristócrata, hijo de Luis Figueroa y Aline Griffith, no gozaba de buena salud, ya que desde hace diez años lidiaba con la secuelas de un ictus que le provocó parálisis en el lado derecho. En los últimos años, se refugió en el amor de su familia, pero su muerte ha dejado en el aire la fortuna familiar y su flamante título nobiliario.

Será el próximo martes 1 de abril cuando se rinda el último adiós al conde en una emotiva ceremonia en una parroquia del exclusivo barrio de Salamanca. Tras la despedida definitiva, sus cinco hijos tendrán que ponerse de acuerdo para dividir la herencia y determinar quién será el nuevo conde de Romanones, título que, según lo previsto, pasaría a su primogénita Cristina.

Fruto de su matrimonio con Lucila Domecq nacieron sus cinco descendientes: Cristina, Álvaro, Carla, Alonso y Lucila. En el caso de Álvaro se conoce que adquirió el título de conde de la Dehesa de Velayos. Mientras que Carla, fue la primera novia del cantante de Taburete, Willy, el hijo de Bárcenas, y además, protagonizó una portada en Interviú. De Lucila se sabe que es amante del arte y de la moda, pasiones que combina con su faceta como influencer. En cuanto a Alonso, es el más reservado, no hay mucha información pública sobre su vida.

Lucila Figueroa, más conocida como Lulu Figueroa

Aunque Figueroa Griffith ha pasado sus últimos años de vida entre la casa familiar de El Viso, en Madrid, y la finca Pascualete, en Cáceres, no poseía a su nombre ningún inmueble en territorio español que pudiera dejar como herencia. Al parecer, la finca de El Viso, que compartía por herencia con sus hermanos, estuvo en venta por más de cinco millones de euros.

Así las cosas, bajo la discreción que siempre guardó Álvaro, su legado quedará marcado por la serenidad con la que gestionó su vida personal y su alejamiento del foco mediático. Ahora, sus descendientes tendrán la difícil tarea de repartir una herencia de siglos.