La otra cara del portero de moda: Thibaut Courtois, el guardián de los secretos que habla de victimismo
Sara Tejada
No solo es el portero del Real Madrid. Es el guardián de sus propios secretos, el arquitecto de su destino y el dueño de una historia en la que cada detalle cuenta, incluso los que nunca se atreverá a contar. También es dueño de un imperio económico. En el fútbol, como en la vida, hay quienes se limitan a detener balones y quienes, además, se convierten en personajes de novela. Thibaut Nicolas Marc Courtois, más conocido como Thibaut Courtois (Bree, Bélgica, 11 de mayo de 1992) es de los segundos. No solo porque bajo los palos se alza como un coloso que desmiente la lógica del tiempo y el espacio, sino porque fuera del césped su existencia se desliza entre escándalos discretos, amores expuestos a los focos y negocios de alto vuelo. Es un portero que no solo ataja disparos, sino que también esquiva titulares y situaciones comprometidas con la misma elegancia con la que despeja un córner.
"Estoy harto siempre de ese victimismo, de siempre llorar", respondía el belga en zona mixta a las quejas del Cholo por el penalti anulado en el partido que dio el paso al Real Madrid en la Champions y deja fuera al Atlético de Madrid. Es el último capítulo de la leyenda de este guardameta, que no se escribió en un despacho de abogados ni en la portada de una revista del corazón, sino en un campo de fútbol, cuando, con la certeza de un cazador experimentado, señaló que el delantero del Atlético había tocado dos veces el balón en el penalti. Nadie lo vio, ni siquiera el árbitro, pero allí estaba él, como si hubiera leído el destino en las líneas del césped. Y el VAR, ese ojo omnisciente de los nuevos tiempos, le dio la razón.
El Atlético de Madrid, que ya le guarda un rencor más profundo que el mar que baña las costas belgas, lo miró con la furia de un amante traicionado. Courtois, que de sentimental solo tiene el vínculo con su reflejo en los espejos, se limitó a dar su versión con la tranquilidad de quien sabe que la historia siempre se cuenta desde el lado de los vencedores. Luego, como si todavía no hubiera sido suficiente, dejó caer una palabra envenenada contra Simeone, su antiguo entrenador: "Victimismo". Si el fútbol es una partida de ajedrez emocional, Courtois juega con los guantes puestos y con la frialdad de quien no se inmuta ni cuando el tablero arde.
Pero el arquero de la selección belga no es solo una figura de mármol en la portería. En su biografía se entrecruzan líneas de amor, dinero y silencios estratégicos. Está casado con Mishel Gerzig, modelo israelí con la que ha formado una familia. Antes de eso, compartió años con Marta Domínguez, madre de sus dos hijos, y entre ambas historias hubo episodios menos oficiales, encuentros que acabaron en papel cuché y titulares de tabloide. En el fútbol, los goles se cuentan y las relaciones se filtran.
Hay nombres que aparecen en esta historia como ecos de un pasado mal cerrado. Alba Carrillo, por ejemplo, tuvo su momento fugaz en la biografía sentimental de Courtois, suficiente para que la prensa la convirtiera en un personaje secundario con líneas de guion innecesariamente dramáticas.
Pero si hay un capítulo que destila más intriga que un thriller de domingo por la tarde, es el de Elsa Izac, diseñadora británica y, según su propia versión, madre de un hijo no reconocido del portero.
La historia, narrada primero en los tabloides ingleses, suena a guion de comedia romántica con final abrupto: una vecina solícita que recoge los paquetes de Amazon de un joven y solitario futbolista; un romance que florece entre entregas fallidas y encuentros en el descansillo; un embarazo inesperado. La versión de Izac ha sido contada con el dramatismo de quien reclama un lugar en la historia de otro, pero Courtois, experto en dejar balones muertos cuando le conviene, nunca ha dado explicaciones. Paga la manutención del niño, pero no concede ni un minuto de atención a la historia.
El portero que construye su imperio
Mientras tanto, el portero construye su imperio con la misma meticulosidad con la que coloca la barrera antes de un lanzamiento de falta. One TM Financial Investments, su empresa, se extiende como una telaraña sobre el mapa inmobiliario y financiero. No se conforma con ser un simple deportista millonario: ha comprado un equipo de Fórmula 4, es accionista de Dux Gaming, un club de e-sports, y ha abierto junto a su esposa un salón de belleza. Cada inversión es un reflejo de su forma de ser: fría, calculada y siempre con la vista puesta en el siguiente movimiento. Desde su debut con el Atlético hasta su consagración con el Real Madrid, Courtois ha aprendido que en este juego no basta con detener balones. Hay que saber cuándo hablar y, sobre todo, cuándo callar. Se protege bajo los palos como se protege fuera del campo: con reflejos rápidos y una intuición que no le falla. Sabe que la gloria es efímera y que un error se paga caro, ya sea un despeje fallido o una frase fuera de lugar en una entrevista.