Isak Andic, un empresario ejemplar que nos deja demasiado pronto: su vida de Turquía a Cataluña
Informalia
El fallecimiento de Isak Andic, fundador de Mango, marca el final de una vida extraordinaria que abarcó décadas de esfuerzo, innovación y dedicación. Desde su nacimiento en Turquía en 1953 hasta convertirse en uno de los empresarios más influyentes de España, Andic trazó un camino que inspiró tanto a quienes lo rodearon como a generaciones de emprendedores. Su vida estuvo marcada por una visión pionera en el sector de la moda, un carácter familiar y una gran pasión por el trabajo bien hecho.
Hace apenas unos días, Isak Andic participaba en la fiesta de Navidad de Mango, celebrada en el Palau Sant Jordi, compartiendo con sus empleados el éxito de la marca que fundó hace cuatro décadas. En el evento, que conmemoraba también los 40 años de la firma, Andic ofreció un discurso, interactuó con los asistentes y disfrutó de la actuación de Estopa. La celebración fue una muestra del compromiso del empresario con la empresa, aunque hacía tiempo que había delegado su gestión diaria para centrarse en sus intereses personales. Sin embargo, la vida de Andic se apagó de manera inesperada a los 71 años. El empresario falleció mientras disfrutaba de una excursión familiar en Montserrat, cerca de Collbató, lugar que frecuentaba por su amor a la naturaleza. Su partida repentina ha conmocionado no solo a sus seres queridos, sino también al sector empresarial español, que pierde a una figura clave en el mundo de la moda.
Una vida discreta y apasionada
Poco amigo de los focos, Andic siempre mantuvo un perfil bajo a pesar de estar entre las mayores fortunas de Europa, según la lista Forbes. Aunque rara vez concedía entrevistas, en sus apariciones públicas se mostraba cercano y afable, como lo demostró el pasado octubre en el Premio Planeta, donde acudió acompañado de su pareja, la golfista Estefanía Knuth. Su relación con Knuth, iniciada en 2018, reflejaba un periodo de estabilidad personal que el empresario vivía con entusiasmo. Este carácter reservado contrastaba con la magnitud de su éxito. Con su famoso velero Nirvana Formentera, el barco recreativo privado más grande de España, dio dos veces la vuelta al mundo, y el año pasado adquirió un jet privado de 15 plazas, convirtiéndose en el propietario del avión más grande del país. Su pasión por el lujo era evidente, pero siempre lejos de ostentaciones innecesarias.
Solidaridad y compromiso social
Andic también era conocido por su solidaridad. Colaboraba con varias iniciativas benéficas, entre ellas la Fundación Elena Barraquer, de la que era patrono. A través de esta organización, donaba prendas al mercadillo solidario que recaudaba fondos para proyectos humanitarios, como los que llevaban atención oftalmológica a comunidades desfavorecidas en África. Su contribución era constante, aunque prefería mantener estas acciones lejos de la atención pública. El empresario era padre de tres hijos, Jonathan, Judith y Sarah, fruto de su matrimonio con Neus Raig Tarragó, con quien mantuvo una buena relación tras su separación. Sus hijos mayores han sido piezas clave en la evolución de Mango: Jonathan, al frente de la línea masculina He by Mango y como miembro del consejo, y Judith, destacando en el área de diseño.
De Estambul a Barcelona: los primeros años de un visionario
Nacido en el seno de una familia sefardí, Isak Andic llegó a Barcelona en 1968 junto a sus padres, Manuel Andic y Sol Ermay, y sus hermanos. Con apenas 16 años, se instaló en la Ciudad Condal, donde continuó sus estudios en la American High School. A pesar de los desafíos de adaptarse a una nueva cultura, la familia encontró en Barcelona su hogar definitivo.
La llegada a España marcó también el inicio de la conexión de Andic con el mundo de la moda. En 1972, con apenas 19 años, comenzó a importar blusas bordadas a mano desde Turquía, vendiéndolas a pequeñas tiendas locales. Su talento para identificar tendencias y su capacidad para crear relaciones comerciales sólidas pronto le permitieron abrir su primera tienda en el mercadillo de Balmes, en Barcelona, en 1973.
El nacimiento de Mango
En 1984, con la ayuda de su hermano Nahman y el empresario Enric Casi, Isak Andic fundó Mango, la firma que cambiaría para siempre su vida y el panorama de la moda española. La primera tienda de Mango abrió sus puertas en el prestigioso Paseo de Gracia de Barcelona, consolidando un concepto innovador: una marca que ofreciera moda de calidad, asequible y diseñada para un público internacional.
El nombre Mango, según contó Andic, surgió tras un viaje a Filipinas, donde probó la fruta y quedó encantado con su sabor y su simplicidad. Este espíritu fresco y global se convirtió en un sello distintivo de la firma, que no tardó en expandirse por España y, a partir de 1994, a nivel internacional. En pocos años, Mango alcanzó más de 100 tiendas en el país, para luego conquistar mercados de Europa, América y Asia.
El modelo de negocio de Mango, basado en una fuerte red de franquicias y la integración vertical, fue una de las claves del éxito de la empresa. A diferencia de otros gigantes como Inditex, Mango apostó por colaboraciones con franquiciados, adaptando su estrategia a las características de cada mercado. Este enfoque permitió a la marca consolidarse en más de 109 países con más de 2.500 tiendas en 2012.
Un empresario con alma familiar
A pesar de su éxito, Isak Andic siempre mantuvo una vida discreta y centrada en su familia. Contrajo matrimonio con Neus Raig Tarragó en la década de los 70, y juntos tuvieron tres hijos: Jonathan, Judith y Sarah. Aunque su matrimonio terminó después de dos décadas, Andic siguió estrechamente vinculado a sus hijos, dos de los cuales trabajan actualmente en Mango. Jonathan es miembro del consejo mientras que Judith colabora en el área de diseño. Además, su sobrina Violeta Andic dirige la línea de ropa especializada en tallas grandes, Violeta by Mango.
En el ámbito personal, Andic fue conocido por sus pasiones: el mar, el esquí y los viajes. Poseía el imponente velero Nirvana Formentera y era un habitual de la estación de esquí de Baqueira-Beret, donde disfrutaba de largas temporadas rodeado de amigos y familiares. También era un amante del arte, con una colección privada de arte contemporáneo que compartía con sus empleados en la sede de Mango.
Reconocimientos y filantropía
El legado de Isak Andic va más allá de Mango. Fue vicepresidente del Banco Sabadell, miembro del Consejo Asesor Internacional del IESE y presidente del Instituto de Empresa Familiar entre 2010 y 2012. Además, participó activamente en las fundaciones Princesa de Asturias y Princesa de Girona, mostrando su compromiso con el desarrollo social y educativo en España.
En 2010, Andic llegó a ser la segunda mayor fortuna de España, según Forbes, con un patrimonio estimado de 4.800 millones de dólares. Sin embargo, su éxito nunca le hizo perder la humildad ni el enfoque en la responsabilidad empresarial. Fue un admirador declarado de Amancio Ortega, fundador de Inditex, con quien compartió paralelismos y respeto mutuo.
El trágico final de un empresario ejemplar
El 14 de diciembre de 2024, Andic perdió la vida en un accidente de montaña en el macizo de Montserrat. Mientras realizaba una excursión con su esposa y su hijo en las cuevas de salnitre de Collbató, resbaló y cayó desde una altura de 150 metros. Aunque los servicios de emergencia acudieron rápidamente, no pudieron salvar su vida.
Su muerte deja un vacío profundo en su familia y en la industria de la moda. Isak Andic fue mucho más que un empresario: fue un visionario, un líder y un hombre que supo combinar éxito profesional con valores personales.
Un legado eterno
La historia de Isak Andic es un ejemplo de cómo la perseverancia y la visión pueden transformar una idea sencilla en un imperio global. Desde sus inicios vendiendo blusas en mercadillos hasta liderar una de las mayores cadenas de moda del mundo, su vida es un testimonio de trabajo duro y dedicación.
Aunque se fue demasiado pronto, el legado de Andic perdurará en Mango, en su familia y en todos aquellos que se inspiran en su ejemplo. Su vida nos recuerda que el éxito no solo se mide en cifras, sino también en el impacto positivo que dejamos en quienes nos rodean.