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Mar Flores y Carlo Costanzia, separados por el odio y unidos como abuelos por el amor de su hijo con Alejandra Rubio


Informalia

Mar Flores y Carlo Costanzia padre han vuelto a cruzar sus caminos, aunque esta vez no por un enfrentamiento ni una reunión social, sino por una de las noticias más dulces que la vida puede regalar: el nacimiento de un nieto. La llegada del pequeño Carlo, hijo de Alejandra Rubio y Carlo Costanzia hijo, los ha convertido en abuelos y, aunque el amor por el recién nacido los une, sus caminos siguen transitando en paralelo, evitando cualquier posible encuentro directo.

El reencuentro que no fue

La Fundación Jiménez Díaz fue el escenario de esta nueva etapa en sus vidas. Allí, tanto Mar Flores como Carlo Costanzia padre acudieron a conocer al bebé y a apoyar a su hijo y a la joven madre, Alejandra Rubio. Sin embargo, las visitas estuvieron cuidadosamente organizadas para que la modelo y el aristócrata no coincidieran en ningún momento. Según confirmó Terelu Campos, madre de Alejandra, en el programa De Viernes: "Los abuelos no se han cruzado porque lo hemos consensuado. Lo más importante era el descanso de los padres y evitar cualquier incomodidad".

Mientras Mar visitó a la familia por la mañana, Carlo lo hizo más tarde, en la franja vespertina. Aunque el motivo de esta organización parece práctico, las tensiones entre los exesposos no son un secreto, lo que añade una capa de dramatismo a la delicada logística.

Un pasado que pesa

La historia entre Mar Flores y Carlo Costanzia padre está marcada por luces y sombras. Su relación, que en su momento fue una explosión de amor y pasión, se convirtió en una separación plagada de desencuentros. Con un hijo en común, Carlo Costanzia hijo, que ahora tiene 32 años, ambos han llevado vidas muy distintas.

El aristócrata no ha ocultado sus críticas hacia la modelo, ni siquiera en días recientes. Durante una entrevista en De Viernes, Carlo hizo comentarios que dejaron entrever las heridas abiertas de su relación pasada. "Espero que como abuela sea mejor que como madre. De Carlo, de los demás no puedo opinar, pero tengo mis razones", dijo con un tono que oscilaba entre la ironía y la recriminación. Aunque más tarde suavizó sus palabras, añadiendo: "Ha podido ser una madre estupenda y una abuela magnífica, no he sido cruel, solo he dicho que espero que sea mejor".

Por su parte, Mar Flores ha optado por mantenerse al margen de las polémicas y concentrarse en disfrutar de su rol como abuela primeriza.

Alejandra Rubio, el puente entre dos mundos

En medio de este complicado escenario, Alejandra Rubio se ha convertido en el hilo conductor que mantiene cierta paz en la familia. Terelu Campos, siempre dispuesta a proteger a su hija y su nieto, explicó cómo se organizó todo para que las visitas fluyeran sin conflictos: "Yo consensué con mi hija y Carlo la hora mejor para que yo fuera. Lo mismo hizo el padre de Alejandra. Todos buscamos lo mejor para los padres y el bebé".

Terelu también confesó que, aunque no ha coincidido con Mar Flores en el hospital, no tendría problema en hacerlo. "Quizás en estos días sí nos veamos. Por mi parte, no hay inconveniente", afirmó, poniendo el foco en la importancia de la unión familiar en momentos tan especiales.

Un amor que supera las diferencias

Aunque Mar Flores y Carlo Costanzia padre parecen seguir siendo incapaces de compartir un mismo espacio, el nacimiento de su nieto ha creado un nuevo vínculo entre ellos. Puede que nunca vuelvan a mirarse con ternura, pero el pequeño Carlo será un lazo irrompible que los unirá para siempre.

Mientras el aristócrata parece decidido a mantener la distancia, Mar Flores ha dejado claro que su papel como abuela será prioritario. "Lo importante es la familia", declaró en una breve intervención al salir del hospital, evitando cualquier alusión a la ausencia de su exmarido.

El futuro de los abuelos separados

Es difícil imaginar a Mar y Carlo compartiendo una celebración familiar o una reunión navideña, pero la vida tiene una forma curiosa de entrelazar destinos. Quizás el pequeño Carlo sea el encargado de obrar el milagro que tantas veces parece imposible: que los odios del pasado se diluyan en el amor incondicional hacia una nueva generación.

Por ahora, lo único seguro es que, aunque separados por rencillas antiguas, los abuelos del bebé comparten una dicha innegable. El tiempo dirá si las barreras que aún los separan caen algún día, pero lo que nadie puede negar es que ambos, en su propia forma, han comenzado a amar con devoción al recién llegado. El pequeño Carlo, sin saberlo, ya es un puente entre dos mundos.