Gente

Isabel Pantoja se los puso de colores a Diego Gómez con Julián Muñoz o tal vez no: aclaramos las dudas de si hubo tema


Informalia

Los dramas de Cantora. En un universo paralelo, Shakespeare habría dejado a un lado sus intrigas reales para dedicarse a los laberintos emocionales y económicos de Isabel Pantoja. Pero aquí estamos, en este culebrón de carne y hueso, con un guion que mezcla flores a las seis de la mañana, bombones gigantes y una dosis letal de ansiedad. Vamos por partes, que diría Jack el Destripador, que esto tiene más capas que una cebolla caramelizada.

Mayte Zaldívar, cronista involuntaria de este melodrama, lleva años defendiendo con vehemencia que Isabel no solo se metió en el bolsillo a Julián Muñoz, sino que lo hizo mientras Diego Gómez aún tenía las llaves de Cantora. "Cuando entramos a cenar... Diego y yo estábamos en otra mesa. No sé si era la mesa de los amigos, de los cornudos... Ellos eran los ganadores y nosotros el ganado", dijo esta poetisa del despecho. Según Mayte, Isabel cruzó la frontera de la lealtad mucho antes de que los rumores se convirtieran en titulares. Aunque, para ser justos, Diego Gómez parece haber tenido la paciencia de un santo o el estoicismo de alguien que sabe que las flores no bastan cuando tu rival se ata el cinturón por encima del ombligo y viste trajes a rayas y un puesto de alcalde.

Diego, el romántico incomprendido

Diego Gómez. Ese hombre que llegó a las seis de la mañana con un ramo de flores y una caja de bombones, solo para que Isabel lo recibiera fuera de sí y un discurso que podría haber salido de un drama griego: "¡No vuelvas aquí sin avisar! ¡Y trae las pastillas para la ansiedad!". ¿Quién necesita una serenata cuando puedes tener una receta médica?

Diego siempre la defendió en público: "Isabel es una gran señora." ¿Y ahora? Parece que donde dijo Diego, dice que se acabó. Su reciente cambio de actitud ha dado más titulares que las elecciones generales y las preguntas abundan: ¿es Diego el hombre mejor tratado y peor valorado de España? ¿Fue Julián una especie de bandido emocional que se llevó a la reina de copas mientras Diego buscaba el trébol?

Agustín Pantoja, la sombra alargada

Y claro, ¿qué sería de un culebrón Pantojil sin la omnipresente figura de Agustín Pantoja? Este hombre, que debutó en los años 80 con Piel Canela, dejó la música a finales de los 90 para dedicarse a algo más lucrativo: el control absoluto de todo lo que ocurre dentro (y fuera) de Cantora.

Dicen que es el poli malo, que es él quien da las órdenes cuando Isabel necesita mantenerse intocable frente a la prensa. Pero hay quien asegura que no es más que un artista incomprendido, un hombre que se subió al cohete del éxito solo para descubrir que la gravedad no perdona. Según cuentan, hasta Juan Gabriel le dijo: "Esto no lo relanzas tú ni con una gira mundial".

Agustín volvió de Miami cuando Isabel lo llamó a filas. Desde entonces, ha sido su confidente, su escudo y, de vez en cuando, el chivo expiatorio ideal. Lo que está claro es que su lealtad fraternal es incuestionable, aunque los rumores lo acusen de ser la mano que mece el micrófono y el platillo de jamón.

Conclusión: ¿hubo tema o no hubo tema?

La pregunta sigue flotando en el aire como un estribillo pegajoso: ¿hubo tema entre Isabel Pantoja y Julián Muñoz mientras Diego Gómez seguía siendo el rey destronado? La respuesta, como todo en el universo Pantoja, depende de a quién le preguntes. Para Mayte Zaldívar la respuesta es un sí rotundo. Para Diego, quizá sea más prudente guardar silencio, porque, como dicen, "quien calla, otorga."

Lo único que queda claro es que Isabel Pantoja, con o sin Agustín, con o sin Diego, siempre será la protagonista de su propio drama. Al final, ella canta, manda y decide quién queda en el escenario y quién pasa al fondo del camerino. ¿Y nosotros? Nosotros seguimos mirando, porque estos líos son el equivalente emocional de un buen gazpacho: intensos, frescos y siempre con un toque ácido. De los hijos y los nietos ya hablaremos.