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Si tiene 18 millones puede comprar la casa del mafioso Paul Castellano, asesinado a tiros en Manhattan

Constantino Paul Castellano nació en Brooklyn, Nueva York, en 1915

Sara Tejada

Constantino Paul Castellano, conocido como "Big Pauly" (o "PC" por sus familiares), fue un jefe de la mafia en Nueva York, sucesor de Carlo Gambino, de una de las más antiguas dentro del crimen organizado en Estados Unidos. Ha inspirado letras de canciones y varias películas. En el cine ha sido interpretado por actores como Chazz Palminteri. En diciembre de 1985, a los 70 años, Castellano fue asesinado a tiros en la puerta del Restaurante Sparks Steak House en Manhattan por órdenes de John Gotti, quien inmediatamente lo sucedería en el cargo. Ahora es noticia por razones "inmobiliarias". Construida en 1980 por el jefe mafioso, la megamansión de Staten Island que fue el castillo de este criminal de película está a la venta: según el portal Mansión Global, piden 18 millones de dólares.

Hace 40 años, el lunes 16 de diciembre de 1985, Castellano acudió a una reunión previamente acordada, una trampa, en el Sparks Steak House en Midtown Manhattan, en la calle 46 este, cerca a la Tercera Avenida. Un grupo de sicarios formado por Salvatore Scala, Edward Lino y John Carneglia le esperaba cerca de la entrada del restaurante; calle abajo estaban posicionados pistoleros como Dominick Pizzonia, Angelo Ruggiero, y Tony Rampino. Gotti observaba la escena desde un automóvil. Cuando Castellano salió de su coche frente al restaurante, exactamente a las 5:26 p. m., los sicarios corrieron y le dispararon varias veces. John Carneglia fue el que le disparó en la cabeza. Antes de abandonar la escena del crimen, Gotti condujo acercándose para ver el cadáver de su antecesor.

Constantino Paul Castellano murió entre los ecos secos de la pólvora en una acera de Manhattan. Su vida fue una película que no era tal. Una ópera trágica escrita con billetes manchados de cemento y sangre. Sucedió al legendario Carlo Gambino como jefe de la familia criminal que llevaba su nombre, no tanto como un heredero, sino como un monarca absoluto que supo convertir el crimen en arte y negocio. Su muerte fue un clímax brutal, digno de un Shakespeare ochentero y en Manhattan, protagonizado por pistoleros italoamericanos con trajes oscuros y pistolas cromadas. La sangre de Castellano corrió en la acera del Sparks Steak House, sellando el inicio del reinado de John Gotti, su verdugo y sucesor.

Su mansión en Todt Hill, Staten Island

Pero para entender a Big Paul hay que mirar más allá de su muerte. Su mansión en Todt Hill, Staten Island, es una metáfora viva de su legado. Un palacio barroco de 3.000 metros cuadrados que replica la Casa Blanca, construido entre 1976 y 1980, cuando Castellano estaba en la cúspide de su poder. Esa mansión, que ahora se ofrece al mercado por 18 millones de dólares, no es solo ladrillo y mármol; es un templo erigido al lujo y a la paranoia, un símbolo tangible del imperio de un hombre que soñaba con ser tan intocable como el presidente de los Estados Unidos.

Todt Hill, el barrio más alto de Staten Island, fue el refugio perfecto para un hombre como Castellano, que veía enemigos en cada sombra, lo cual no le sirvió para evitar su asesinato. La mansión, con su fachada neoclásica y jardines ingleses, era mucho más que una residencia; era su fortaleza, su santuario. Desde allí, Big Paul gobernaba su imperio con una mezcla de astucia y mano de hierro. Nadie vertía cemento, movía un camión o distribuía carne en Nueva York sin que él lo supiera. Su influencia se extendía como una tela de araña invisible que conectaba los barrios más miserables con los rascacielos de Manhattan.

Los interiores de la casa eran un espectáculo de excesos: mármol de Carrara, techos con frescos al estilo renacentista y habitaciones suficientes para alojar no solo a la familia Gambino, sino también a todos sus aliados y enemigos, si se diera la ocasión. Pero lo que más llamaba la atención no eran las extravagancias, sino la atmósfera de poder absoluto que se respiraba en cada rincón. La mansión era el teatro donde se representaban los rituales de una organización que mezclaba códigos de honor con contratos de muerte.

Un precio por la inmortalidad

Hoy, la mansión de Castellano está en venta, un recordatorio tangible de una era en la que la mafia no solo gobernaba las calles, sino también los salones más exclusivos. Los 18 millones de dólares que se piden por ella parecen una ganga para quienes entienden su valor histórico. Esta no es solo una casa; es un relicario del Nueva York de los años 70 y 80, una época en la que las líneas entre el poder legítimo y el clandestino eran tan borrosas como el humo de un cigarro en una mesa de póker.

Sin embargo, la mansión también carga con el peso de su pasado. Allí, Castellano se recluyó durante años, temeroso de las conspiraciones que finalmente le alcanzaron. Incluso mandó asesinar al novio de su hija por un gesto que interpretó como una falta de respeto. Pero ni las paredes reforzadas ni su control férreo sobre Staten Island pudieron protegerle de los sicarios que, por orden de Gotti, le ejecutaron sin ceremonias en pleno Manhattan.

Un legado de sangre y mármol: 18 millones de dólares

Para los posibles compradores, la pregunta no es solo si pueden permitirse los 18 millones de dólares, sino si pueden convivir con la sombra de Big Paul. Quienes adquieran la mansión no estarán comprando solo una propiedad, sino un símbolo de poder, corrupción y tragedia. Las paredes de esa casa no solo cuentan historias de opulencia, sino también de traición, miedo y muerte. Los helicópteros que podrían transportar a sus futuros dueños desde Staten Island hasta Manhattan en minutos no apagarán los ecos del pasado. Esta casa no es solo un inmueble; es una cápsula del tiempo que evoca el auge y la caída de uno de los mafiosos más poderosos de la historia. Al final, como diría Mario Puzo, no hay gloria sin precio. Y en el caso de Castellano, ese precio se pagó en sangre, no en billetes.