La última provocación de Ángel Cristo Jr: del homenaje a su padre en su boda al látigo que le regalaron
Informalia
Ángel Cristo Jr y Ana Herminia se dieron el 'sí, quiero' en la finca La Vega de Henares, en una ceremonia a la que acudieron cerca de 130 invitados, y en la que se tomaron medidas estrictas, como prohibir los móviles -es lo que tiene que haya una exclusiva de por medio-. Sin embargo, este viernes han trascendido algunos detalles de lo que se vivió en la ceremonia, entre ellos, cuáles fueron algunos regalos que recibió el matrimonio.
La ceremonia tuvo lugar el mismo día que Ángel Cristo, el padre del novio, hubiera cumplido 80 años, un gesto que se suma a la lista de 'provocaciones' que algunos destacan del exconcursante de Supervivientes. "Le regalaron al novio fotos entrañables, en algunas de ellas también aparece Bárbara Rey. También se le regala uno de los látigos que utilizaba el domador", han informado en Espejo Público. Y eso no es todo, ya que en las mesas había fotos de su progenitor.
En su momento, Bárbara Rey -que este jueves 'contraprogramó' la boda con un vídeo en sus redes- ya lamentó que su hijo estaba haciendo "apología de un maltratador" con ciertos homenajes a su progenitor, como por ejemplo poniéndose un lazo rojo en la cabeza cuando volvió del reality de Mediaset.
Una "cutreboda": ni comida ni seguridad
Lo que se sabe de la celebración es que contó con música pop y flamenco en directo, y que se sirvió comida típica del país natal de la novia, Colombia. El cubierto costaba 140 euros. En el banquete había jamón ibérico y arepas. Aunque hubo quien pasó hambre. "Ha sido una cutreboda, la comida era una m* y los invitados huyeron. Algunos incluso se tenían que levantar para servirse la comida", ha contado Sergio Pérez en el programa de Susanna Griso.
El periodista ha asegurado también: "Quitaron el móvil a los invitados, pero había gente que lo tenía. Al principio habían contratado a 25 miembros de seguridad, pero ayer solo había 3. No sacaron a la prensa ni una triste botella de agua". Tras la incomodidad, algunos invitados abandonaron la finca antes de tiempo y terminaron en la madrileña discoteca Opium, en el barrio de Chamberí.