Gente
Dulce, la ex niñera de Pantoja, traspasa las líneas rojas de las exclusivas y avisa (por dinero) de su suicidio: "Me estoy abandonando"
- "He tomado pastillas para dejar de vivir", reza el titular que da valor a la exclusiva concedida por una mujer en estado necesidad
- La niñera de los Pantoja, Dulce Delapiedra, de 56 años, arruinada y hundida: "Mi situación económica ya me ha matado"
Informalia
La buena noticia, dentro del disparate que es vender el deseo de quitarse la vida para compartir la tragedia a cambio de unas monedas, es que el caché entregado por la publicación que ha mercadeado con ese drama servirá de alivio a esta pobre y desesperada mujer. Además, dada la repercusión (muchos medios hemos recogido su entrevista en Lecturas de un modo u otro), es más que probable que esta comparecencia pública de la ex niñera de la Pantoja sirva como pistoletazo de salida de un rosario de actuaciones y participaciones en televisión, sea para enjugar sus lamentos frente a espacios del tipo de DeViernes o para acabar con sus huesos en un reality por algunas monedas más, como ya hizo hace años.
Dulce Delapiedra no debería ser persona de interés como famosa, más allá del drama humano que compadeceríamos ante cualquier anónimo. Su enganche para lograr la licencia de famosa y salir en el colorín cobrando y no en sucesos gratis es que trabajó para Isabel Pantoja y cuidó de su hija adoptada.
En su entrevista, necesariamente desgarradora para ganarse lo que le pagan, desvela que está arruinada, a punto de no poder pagar el alquiler y de quedarse en la calle. Lo más acongojante es que dice que nadie de su entorno lo sabe. Y luego para aportar el plus de valor del caché confiesa que ha intentado suicidarse, que no tiene fuerzas para vivir, por lo que pide ayuda.
Aun así, la entrevistadora, educada, le pregunta cómo está. "En las últimas", responde la amarga Dulce. "Fíjate cómo estoy que hoy mismo quisiera irme con mi madre", acierta a contestar entre lágrimas. Por supuesto, su madre está en el Cielo desde que la entrevistada era una niña.
Por si no tenían ustedes claro el estado de ánimo que corroe a una de las estrellas de la semana del cuore, nos encontramos con una nueva pregunta que profundiza en su falta de motivación para seguir adelante: "¿No tienes ganas de vivir?", le dicen. Y no cambia Dulce de opinión: "No. Ninguna", contesta tajante. No es para menos. Tiene una depresión crónica desde 2005, desde que vivía en Marbella con Isabel Pantoja, está en tratamiento. Y luego está lo de su situación económica: "Llevo un año cobrando un subsidio para mayores de 52 años en paro, es de 480 euros. Lo estoy llevando muy mal, no me da ni para pagar los 730 del alquiler, vivo en 30 metros", se lamenta. "Estoy en las últimas. Desesperada", insiste la pobre justo antes de que le pregunten si se considera ahorradora. "Soy una manirrota para los demás.
"¿Cómo sobrevives?", le preguntan a la ex concursante de Supervivientes. Y averiguamos que alguien le ayuda pero no es Isa Pantoja. "Llevo una racha muy mala, lo que tenía se lo ha llevado todo Hacienda. Mi contable me engañó de tal forma que eso se convirtió en una deuda muy grande. Tenía una deuda que ha crecido por los intereses de demora y las sanciones. Ahora estoy al límite, me da vergüenza, no tengo ni para arreglarme la boca ni para arreglar el coche para ir a ver a mi niña. Me harto de llorar. Me da mucha pena todo lo que he hecho, he entregado todo mi amor y cariño y no he recibido nada", dice.
Paradójicamente, en otro momento de la exclusiva y tras repetir por enésima vez que prefiere dormirse y no volverse a despertar, Dulce se muestra preocupada por lo que le queda de vida: "Me da miedo el futuro, la vejez", confiesa. Y lo más grande: "Mi familia no sabe cómo es mi situación. No quiero alarmarles. No saben lo que he vivido", revela públicamente.
Dulce, que trabajó según ella 30 años con Isabel Pantoja, en Cantora, finca a la que se refiere como "el castillo de Drácula", desde que tenía 19 años, recuerda que la cantante le pagaba al mes 180 euros (30.000 pesetas) y que lo gastaba "en ellos". No queremos ni pensar qué era capaz de hacer Paquirrín con 180 euros.
Su estado de salud, aparte de la depresión crónica y que no tiene dinero para hacerse la boca, es un decálogo de marrones: tiene Hernias de disco cervical, dorsal, lumbares, costillas rotas y fibromialgia. Y dice que toma "muchas" pastillas tomas al día. "El reumatólogo me ha dicho que esto no tiene cura. Estoy acostumbrada a los dolores. Tengo parestesia, se me acorchan las piernas desde la cadera a las rodillas, me dan latigazos, como descargas eléctricas por todo el cuerpo. Me da miedo no valerme por mí misma, no puedo ni calzarme. He engordado 20 kilos por la menopausia, como tengo problemas con los huesos tengo que medicarme para no tener osteoporosis", relata. Y hay más:
"Psicológicamente estoy muy mal, físicamente también. Me caí en la bañera hace año y medio, me rompí las costillas y creía que me quedaba en el sitio", añade. Al menos se está tratando la depresión: "Me ven cada ocho meses. Tardó un año y medio en verme la psiquiatra, hay mucha lista de espera. No tienen tiempo para tratarte, cuando me ha visto ha estado conmigo 10 minutos", explica.
Luego cuenta que tomó pastillas para dejar de vivir: "Quería dormir y no despertarme, es de la forma que quiero irme. No me puedo levantar de la cama cuando despierto", confiesa. "Deberían cambiarte la medicación", le recomienda la entrevistadora poco antes de preguntarle esto: "¿Te cuidas o estás en una espiral de autodestrucción?" La contestación no se hace esperar: "Me estoy abandonando".