Gente
Los Borbones "descatalogados" sí van a la boda del alcalde Almeida y Teresa Urquijo
- La familia real ha posado en la puerta de la iglesia de San Francisco de Borja, donde Almeida y Teresa Urquijo se han dado el 'sí, quiero'
- La ausencia de doña Sofía en la boda de Almeida y Teresa: iglesia no, banquete sí
Beatriz Cortázar
Lo de la boda del alcalde de Madrid José Luis Martínez Almeida y su prometida Teresa Urquijo tiene todas las papeletas de convertirse en munición nueva para disparar en los plenos del Ayuntamiento cada vez que la oposición quiera hacer diana donde más duele. Casarse en plena calle de Serrano ante más de quinientos invitados y un despliegue de medios de comunicación que ya quisieran en sus actos oficiales tiene su aquel y ni qué decir en tiempos convulsos donde la lupa se pone ante cualquier gesto o alarde sin justificar. Pero es lo que tiene enamorarse y querer celebrar todo un bodón.
De eso sabe un rato uno de los invitados del alcalde, el ex presidente José María Aznar que ya vivió lo suyo con la boda en El Escorial de su hija Ana y Agag. De aquel enlace aún colean las críticas y las imágenes de una boda que fue un derroche y un frenesí de invitados y despliegue. A Aznar no le salió gratis ese convite y muchos tomaron nota de que en política el perfil bajo es un valor seguro en los temas personales.
Pero el alcalde y su flamante esposa han hecho oídos sordos a la razón y sí han seguido lo que el corazón les pedía. Una boda de las de "toda la vida" con el boato de la ceremonia y tirando de tradiciones. La novia ha homenajeado a sus antecesoras actualizando el vestido nupcial que llevó su madre y su abuela (prima del rey Juan Carlos) mientras que el alcalde ha tirado de sastre para hacerse un clásico chaqué con chaleco en color crema y nada de flores ni estridencias. Lo más llamativo de los novios fue el larguísimo velo que lució la novia y la cara de felicidad de ambos. No es para menos. Para los dos se trata de su primer amor de verdad ya que no cuentan con un pasado sentimental conocido y esas cosas saltan a la vista. "No paro de resoplar" decía Almeida horas antes del enlace.
Momentazo de la llegada a la iglesia de los Jesuitas con los vecinos y curiosos apoderándose de la calle para ver el desfile de invitados fue la llegada del emérito Juan Carlos y sus hijas las Infantas con algunos de sus nietos. Hubo foto de familia a la salida de la ceremonia. Juan Carlos, Elena (las gafas de sol deberían estar prohibidas en las bodas), Cristina con su hijo Juan y los mediáticos Froilán con corbata casi tan larga como las que lleva el padre Angel y Victoria Federica que debió salir con prisas y se dejó los pendientes en casa.
Eso sí, como buena "influencer" aprovechó para promocionar un vestido firmado por sus íntimos Tomás Páramo y su mujer María y se pasó tres pueblos con el maquillaje bronceador que tanto le gusta a pesar del anaranjado de su piel. Esta rama de los Borbón fue a la boda en calidad de familiares de la novia pero lo más llamativo fue como la reina Sofía de desmarcó de esa imagen haciéndose un "hannover" que es ir directamente al banquete. ¿Se trataba de evitar la foto con Juan Carlos?
Según se rumorea en círculos palaciegos, los novios tenían la ilusión de que acudieran los reyes de verdad, Felipe y Leticia con sus hijas, pero la mezcla de borbones se hacía complicada y de ahí que sólo una parte acudiera, los "descatalogados" del núcleo duro, y en terreno neutral quedara Sofía a quien sí hemos visto mucho esta pasada Semana Santa primero con los legionarios en Málaga y luego con el Cristo de los Alabarderos en Madrid.
Como en todas las bodas de postín, lo más divertido para comentar entre amigos es el desfile de modelos de los asistentes. En esta los hombres no arriesgaban ya que ni los políticos del PP ni los aristócratas o familiares invitados son de los que apuestan por las extravagancias. Por eso la alfombra roja se queda para las mujeres y sus estilismos.
En términos generales fue todo muy "comme il faut" que en este tipo de enlaces riesgos los justos. Entre las más elegantes y con estilo propio encontré a la abuela de la novia Piru Urquijo y su vestido abrigo sensacional y del mundo político me quedo con la falda (solo la falda) de la esposa de Feijoo, Elena Cárdenas; el mantón con toque castizo de Carla Royo Vilanova, el pelazo del presidente del Atlético de Madrid Enrique Cerezo, el collar de seis vueltas de perlas de Esperanza Aguirre y la lozanía de Isabel Díaz Ayuso con vestido buganvilla de la firma Victoria (Vicky Martín Berrocal) que dejaba el hombro al aire y combinó con un tocado de redecilla que nunca falla. Las firmas españolas volvieron a triunfar entre las invitadas como el modelo de Modesto Lomba que llevó la duquesa de Huéscar y que adquirió en la firma Es Fascinante donde también encontró los completos y los tocados de la casa Mimoki que en su día lanzó la reina Letizia.
Como en su día me comentó una amiga de los contrayentes, esta boda tenía fecha marcada por la novia y es que entre bromas y no bromas siempre repetía que se negaba a casarse con un cincuentón. En pocos días el alcalde cumplirá 49 (el próximo día 17) y el deseo de Teresa ya se ha cumplido aunque en el lote igual vaya el deseo de que antes de un año puedan tener un bebé y todo sin llegar a esa cifra redonda que tan poca gracia le hacía. La luna de miel será en playas exóticas, lo más alejada de los paparazzi y con la resaca de una boda que traerá más cola que la que llevó la novia ante el altar.