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Tamara Falcó e Íñigo Onieva pierden las formas en un restaurante VIP: aspavientos y malas caras


Informalia

Los marqueses también discuten. Y no solo en la intimidad de su casa, sino en lugares tan públicos y transitados como un restaurante en el centro de Madrid. No gritan (eso es para los simples mortales) pero gesticulan lo suficiente como para que el resto de comensales se percate de que la suya no es una conversación amigable. Es lo que les pasó a Tamara Falcó e Iñigo Onieva hace unos días, mientras disfrutaban de una cena en compañía de unos amigos.

La pareja mantenía una charla distendida con el resto del grupo cuando empezaron a hacer aspavientos. Las malas caras de ambos presagiaban la tensión, que rompieron levantándose de la mesa y tirando cada uno por su lado: "Él fue el primero en salir en un taxi y ella se quedó y luego salió del restaurante acompañada de dos amigas", han contado en el podcast En todas las salsas. "A la gente le llamó la atención los aspavientos que hacían".

Hace solo una semana que la propia Tamara contaba en El Hormiguero cómo eran las discusiones con su marido: "Cuando estoy enfadada odio que me pregunten si estoy enfadada. Es que nuestros cambios hormonales como mujeres son difíciles de controlar. Íñigo tiene la mecha mucho más corta que yo, pero yo tardo mucho más en desenfadarme", relató. "Yo puedo estar enfadada hasta que se levanta, me abraza y me pregunta: '¿Podemos pasar ya de esto?'. Tardo. Puedo pasarme un montón de tiempo. Me cuesta pero sé que está haciendo un esfuerzo y ya le vuelvo a hablar".

La hija de Isabel Preysler ofrecía más detalles de sus disputas maritales: "En mi cabeza yo soy jueza y decido qué está bien y qué está mal. Dicto sentencia. Siempre o bastantes veces, tengo razón. Me atrevería a decir que un 98% de las veces", admitió entre risas.