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Resumen 2023: Daniel Sancho, el pavoroso suceso que sacudió a España y Colombia desde Tailandia
- El hijo de Rodolfo Sancho confesó haber asesinado al médico colombiano Edwin Arrieta
- El juicio contra Daniel Sancho en Tailandia no comenzará hasta dentro de cuatro meses
Pilar Fernández
El sábado 5 de agosto prometía ser un día cualquiera de un verano especialmente caluroso pero una noticia desde el otro lado del mundo nos heló la sangre: el hijo del actor Rodolfo Sancho, Daniel (fruto de su relación con Silvia Bronchalo), había sido detenido por el asesinato y desmembramiento del cirujano colombiano Edwin Arrieta. Y no solo es que hubiera pruebas que señalaban al joven: es que él mismo lo confesó tras acudir a la comisaría para denunciar la desaparición.
A partir de aquel día, el tsunami de informaciones alrededor del caso ha sido imparable. No solo por el interés de la prensa española para esclarecer lo sucedido sino también por las múltiples filtraciones que la policía tailandesa llevó a cabo desde el primer día. Los datos que llegaban eran terroríficos y también algo confusos: según el relato de Daniel, Edwin quería mantener relaciones sexuales y él se negó, lo que derivó en una pelea y posterior forcejeo en el que Arrieta se golpeó la cabeza contra el lavabo. El español, chef de profesión, se asustó y desmembró el cadáver en 14 trozos, repartiéndolos después por toda la isla en una motocicleta alquilada y en el mar con un kayak que compró a la desesperada.
La reconstrucción del crimen
La policía prometió indulgencia a Daniel si cooperaba, hasta lo llevaron a cenar a un lujoso restaurante de Koh Panghan y le dieron acceso a un teléfono móvil, desde el que se puso en contacto con medios de comunicación y familiares: "La he liado. No tenía otra opción. Siento que paséis por esto", escribió.
Él, sin traductor oficial ni abogado defensor, les acompañó al lugar del crimen y les explicó con pelos y señales todo lo ocurrido. Las imágenes vieron la luz, así como el sumario del caso y varias de las pruebas en una rueda de prensa capitaneada por Big Joke, el número dos de la policía tailandesa. La conclusión era clara: se trataba de un asesinato premeditado, pues Daniel había comprado cuchillos, bolsas y cinta en unos grandes almacenes un día antes de la llegada de Edwin. La pena para ese delito en Tailandia es máxima: pena de muerte.
Algunas cosas, sin embargo, no encajaban: Big Joke aseguró que Edwin había muerto degollado tras recibir una puñalada en el pecho, pero ni la camiseta del cirujano tenía sangre ni encontraron el torso del mismo, clave para demostrar el supuesto degollamiento. Los expertos, además, aseguraban que tan exhaustivo 'trabajo' no podía haberse llevado a cabo por una sola persona ("Es imposible que una sola persona desmiembre a un hombre adulto en tres horas"), pero la policía no buscó posibles cómplices ni protegieron o conservaron los escenarios del crimen para la búsqueda de nuevas pruebas: el kayak estaba en la playa, al alcance de turistas y curiosos; la habitación donde fue asesinado se desinfectó y limpió a fondo tras el primer registro. También dieron por finalizada la búsqueda de los restos de cadáver perdidos y del móvil de la víctima.
La defensa española
Los padres de Daniel Sancho apoyaron a su hijo desde el primer momento. Mientras Silvia Bronchalo viajó a Tailandia para visitarlo en la cárcel, Rodolfo se quedó en España para contratar los mejores abogados penalistas que pudieran defender a su hijo: por un lado, el despacho Chippirrás-Balfagón y por otro, el de Marcos García Montes, con el que viajó a Tailandia ya en octubre.
El caso dio un giro con la filtración de nuevos datos: Edwin había dado dinero a Daniel para invertir en sus negocios hoteleros a cambio de un vínculo amistoso-sexual que se volvió cada vez más exigente por parte del colombiano. El chef aseguró que le había obligado a dejar a su novia y manejaba su vida a través de chantajes, el último había sido publicar imágenes íntimas de ambos con el fin de destruir su reputación y la de su familia en España, especialmente la de su padre. Con pruebas que acreditan estos hechos, la defensa de Daniel cambia el guion de la historia: homicidio involuntario motivado por un miedo insuperable mantenido en el tiempo a través de amenazas. La pena no superaría los diez años y tras cumplir un tercio de la condena en Tailandia, podría ser extraditado a España.
La familia de Edwin Arrieta
Darling, la hermana del cirujano asesinado y portavoz de la familia, acudió a los medios de comunicación colombianos y españoles para pedir justicia y limpiar la imagen de su hermano. "Es una familia destrozada con unos padres que ya no tienen a su hijo y que ni siquiera le han podido dar cristiana sepultura y no respetan la memoria de una persona muerta. Nadie dice que hablen bien de mi hermano, pero no hablen de lo que no saben, respeten el nombre de mi familia y de mi hermano", dijo entre lágrimas. "Él era luz. Era un hombre noble".
Sin embargo, en septiembre, apareció en escena un hombre colombiano asegurando que había vivido exactamente lo mismo que Daniel Sancho: "Desde el primer día mostró interés sentimental en mí y ha hecho todo lo posible por estar conmigo. Estaba obsesionado y yo tuve que dejar mi trabajo y cambiar mi número de teléfono tras sus amenazas". Lo había denunciado ante los tribunales. "Me chantajeaba con hablar con mi familia, con que me iban a pasar cosas, con que me iba a mandar a personas, que tenía personas siguiéndome. En mi mano tengo una cicatriz de una mordedura que él me hizo en una de sus agresiones. Yo me sentí identificado con Daniel cuando vi la noticia. O me hubiese matado, o yo lo hubiese matado", dijo en Antena 3.
Este testimonio daba fuerza a las motivaciones que el propio Daniel Sancho había confesado para cometer el crimen: "Soy culpable, pero yo era el rehén de Edwin. Me tenía como rehén. Era una jaula de cristal, pero era una jaula. Me hizo destruir la relación con mi novia, me ha obligado a hacer cosas que nunca hubiera hecho", aseguró. "Cuando se sepa la verdad lo entenderéis todo. No tuve otra opción".
El fraude de Big Joke y los abogados tailandeses
El responsable de la policía encargado del caso y mandamás en el organigrama protagonizó titulares desde el primer día, no solo acusando a Daniel sin pruebas y sentenciando su futuro judicial sino también filtrando información a la prensa, mucha de ella manifiestamente falsa para despistar. En una entrevista exclusiva con Cuatro, Big Joke aseguró que Daniel jamás había estado en la prisión de Koh Samui sino en Koh Panghan, algo que alertó incluso a la embajada española en el país, encargada de velar por el bienestar del reo.
En septiembre, la gota colmó el vaso con una acusación sobre Big Joke por un delito de corrupción y un exhaustivo registro en su domicilio. Él admitió haber sobornado a los periodistas tailandeses que cubrían el caso: "Fue un acto de buena fe, porque ellos cobran poco", dijo. Los responsables de la investigación elaboraron unos informes que no le dejan en buen lugar y que ya están en manos del primer ministro tailandés, Srettha Thavisin.
Pero Big Joke no fue el único apartado del caso. Los dos primeros abogados tailandeses asignados por la fiscalía para defender a Daniel Sancho en los tribunales también causaron baja en pleno proceso de investigación. Tanto estos como la defensa de Sancho en España maquillaron la 'ruptura' con una "incompatibilidad" en el trabajo, pero García Montes aseguró más tarde: "Nos ocultaron documentación porque iban a por la cadena perpetua para nuestro cliente. No asesoraron bien a Daniel, el segundo letrado ni si quiera fue a conocerlo".
Un juicio en abril de 2024
El cinco de octubre, Daniel Sancho abandonó por primera vez la prisión de Koh Samui desde que ingresara en preventiva en agosto. Más delgado y rapado, acudió a la Corte, donde escuchó los cargos en su contra. El día 26 regresó nuevamente, esta vez acompañado por su padre, Rodolfo, al que dio poderes de representación mientras él estuviera en prisión, y también de su letrado español. La vista se retrasó por la ausencia de un traductor oficial y, finalmente, el 13 de noviembre, se declaró inocente de los delitos de asesinato premeditado y destrucción de documentos oficiales (en referencia al pasaporte de Arrieta), pero culpable de la ocultación del cadáver de Edwin, marcando así su estrategia para el proceso que enfrentará en 2024.
El pasado 12 de diciembre fue la última vista, en la que Fiscalía y Defensa presentaron las pruebas y testigos del caso (28 testigos de la primera, 27 de la segunda). El juez fijó la fecha del juicio, que se celebrará del 9 de abril al 3 de mayo durante días laborables, de martes a viernes.