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Entrevista con Sonsoles Ónega, Premio Planeta 2023: "Todavía siento que la palabra escritora me queda grande"

    Sonsoles Ónega posa con su libro, 'Las hijas de la criada'. Foto: Javier Ocaña.

    Ana Latorre

    En sus pequeñísimos ratos libres, cuando no encarna el papel de presentadora en las tardes de Antena 3, Sonsoles Ónega se sienta a escribir. De hecho, la necesidad de comunicar a través de la palabra escrita le llegó incluso antes de dedicarse al periodismo. No se puede desprender de ella, le es "imposible".

    Quizás por ello, una vez consolidada su trayectoria periodística y literaria, se defina como "una periodista que escribe". Queda demostrado que una faceta no puede ir sin la otra. Lo sabe ella y lo sabe el público, entre el que figuran sus lectores, la audiencia y la crítica especializada. Y más ahora, cuando todas las miradas están puestas en ella.

    Con su séptima novela, Las hijas de la criada, Ónega ha ganado el Premio Planeta 2023, dotado con un millón de euros. Agradecida por este reconocimiento, la autora insiste en el trabajo y el cariño que le ha dedicado a la escritura del libro, un proyecto que le ha llevado tres años y que defiende por encima del prejuicio y la mala palabra -en varias ocasiones ha tenido que recalcar que, cuando se habla de premios, no existe "un doble sentido entre la tele y los libros"-.

    Sea como sea, no le va nada mal. El Planeta le llega después de que en 2017 recibiera el premio Fernando Lara de Novela por su libro Después del amor todo son palabras, y en televisión sigue obteniendo buenos resultados. Desde el arranque de Y ahora Sonsoles, se mantiene como la reina de las tardes, liderando en esta franja y adelantando a Telecinco. Si recoger el Planeta supuso para ella su directo "más difícil", estrenar su programa fue el segundo. Ella misma nos lo cuenta en una conversación que combina escritura y periodismo, periodismo y escritura. Porque el periodismo es su "gasolina" y la escritura su "pulsión".

    Enhorabuena por este galardón. Lo recogiste aguantando las lágrimas. ¿Qué guardaba toda esa emoción contenida?

    SO: Un montón de años de trabajo. La novela llevaba tres años horneandose, y la sensación de haberla llevado a buen puerto fue lo que hizo que estuviera tan emocionada y que incluso me temblara la voz.

    Siempre te ha dado respeto definirte como escritora. Cuando una recibe un premio como el Planeta, ¿puede seguir dudando de ello?

    SO: Todavía siento que es una palabra que me queda grande. No he conseguido dedicar a la literatura todo mi tiempo. Yo pensaba que cuando publicara mi primera novela me podría dedicar a escribir, pero luego me di cuenta de lo complicado que es este mundo literario. De momento soy una periodista que escribe, sin más.

    Entonces, más allá de publicar libros y ganar premios literarios, ¿qué le hace a uno ser escritor?

    SO: No lo sé, y he rebuscado mucho entre escritores que han escrito sobre esta extrañeza que es la pulsión literaria y creativa. Supongo que es algo con lo que se nace, perfectamente perfeccionable con el paso de los años. Yo he aprendido a escribir escribiendo, pero la primera pulsión para escribir se debe a una vocación casi religiosa, incluso. No puedes vivir sin escribir, independientemente de que publiques. Luego, cuando empiezas a publicar y a tener tu base de lectores, te dedicas a ellos y aprendes a ampliar tu público. A cuanta más gente llegues, mejor. Trabajamos por y para los demás.

    ¿Qué te llevó a escribir Las hijas de la criada? ¿Por qué esta historia?

    SO: Yo siempre estoy a la caza de una buena historia, y Las hijas de la criada surge de una historia real. Me baso en el intercambio de unas niñas en el nido de un hospital de la Rioja. Me pareció que ahí había un novelón, así que para abordar la historia intenté rascar como periodista, pero las protagonistas no quisieron hablar y la historia murió casi en el titular. Pero a mí me parecía que ahí había un libro. El origen está en aquella historia real. Lo demás es oficio, investigar.

    En la novela retratas la situación de las mujeres que trabajan en el mar "sin reconocimiento alguno". ¿Qué puedes contar de esta situación?

    SO: Son heroínas, aún hoy lo siguen siendo. Recorres las rías gallegas y sigues encontrando a mujeres arando la tierra, buscando almeja o percebe. Esas mujeres están ahí, y eso que la situación de las mujeres en las fábricas no tiene nada que ver con la que yo recreo en la novela, cuando los derechos para ellas no existían. Son conquistas que se han ido dando poco a poco. Estas mujeres se encuentran con una circunstancia que tienen que pelear, construir. Son conscientes del legado. Ellas desafían su propio destino hasta el final de sus días.

    ¿Una buena novela siempre tiene que ser mínimamente política?

    SO: Bueno, la novela, aparte de ser un momento de evasión para el lector, o al menos así lo concibo cuando cojo un libro, tiene que tener una parte reivindicativa. En este caso es una reivindicación del recuerdo y del pasado. Pero bucear en las propuestas de las mujeres a mí siempre me ha enriquecido muchísimo teniendo en cuenta dónde estamos hoy y de dónde venimos. Las mujeres somos hoy gracias a las que fueron. Las que pelearon por las conquistas y los derechos sociales en un mundo diseñado por hombres. El pasado siempre nos permite valorar el presente.

    Tanto tu novela como la finalista, La sangre del padre, abordan las relaciones entre padres, madres e hijos. ¿Qué tienen estos vínculos que interesan tanto en la literatura?

    SO: La verdad es que no lo sé. La novela de Alfonso es maravillosa, porque retrata a ese Alejandro Magno y las relaciones más profundas que tiene con su madre, las mujeres de su vida y también con algún hombre. Todas las relaciones personales están en la novela de Alfonso. No sé si hablar de estos vínculos es fundamental, pero en la literatura se suele nadar en los instintos humanos. Sanamos nuestros males. Para mí, la relación entre padres, hijos y hermanos es importante que esté en todos mis libros.

    Dedicaste la novela "a las escritoras con hijos y a los hijos de las escritoras". Y sobre tus hijos, Yago y Gonzalo, dijiste: "Que cuando se enteren (de la victoria del premio) piensen que todo lo que nos hemos perdido juntos ha valido la pena". ¿Qué cosas sientes que has dejado ir por el camino?

    SO: Toda mujer con carrera profesional sabe que tiene que renunciar a algo. Si no quieres renunciar a la familia, como ha sido mi caso, hay parte de tiempo que tienes que sacrificar. Si no, no hay forma de hacerlo. Los hijos son muy absorbentes, y está bien que así sea, pero hay un tiempo de ausencia que solo pagan ellos. La literatura además expulsa al entorno más cercano porque es una actividad que tienes que desempeñar en silencio y en solitario. Así que tenía ganas de dedicar el libro a los hijos de escritoras, porque son quienes pasan la factura, y a las escritoras, que lo tienen muy complicado a veces.

    ¿Las escritoras lo tienen más difícil que los escritores?

    SO: Sí, pero también nosotras tenemos que ser muy conscientes de que esa renuncia también la han hecho los hombres desde los hogares. Jamás diré que ellos jamás han sufrido estar ausentes de su casa, porque no lo sé. Yo sé lo que le cuesta a una mujer. Y eso tenemos que ser muy conscientes de que todo al cien por cien no se puede hacer. Hay que parcelar los tiempos, los cariños… Pero entregándonos siempre con los hijos.

    Y en el periodismo, ¿ha habido algún deseo de renuncia? ¿Qué tiene la profesión para que siempre la acabes eligiendo?

    SO: Estudié para ser periodista y empecé a trabajar de ello en CNN+ a falta de otra carrera. Y para mí es un baso comunicante directo en la literatura. El periodismo es la gasolina en mis libros. Creo que soy muy periodista cuando escribo, a la hora de saber buscar fuentes, de documentarme... La vida me ha llevado por caminos que me ha permitido alimentar mi sed periodística, no renunciar a ella. Y la literatura me ha llevado por caminos siempre en los que continuar ha sido siempre un mandato, así que no he tenido la voluntad de renunciar a nada nunca.

    Tú empezaste haciendo información parlamentaria, aunque hace unos años te introdujiste en la crónica social. Hay periodistas que han pasado por situaciones parecidas a la tuya, como Sandra Barneda. Ella decía que el entretenimiento se demoniza demasiado, y que esto le había llegado a afectar personalmente. ¿Tú cómo gestionaste este nuevo rol? ¿Qué te da el entretenimiento?

    SO: El entretenimiento fue un descubrimiento al que llegué por casualidad y por decisión de mis jefes, no tanto mía. Es una parcela en la que se puede hacer todo el periodismo y el show del mundo. Combina todos los ingredientes en un solo formato. Pero tiene una cosa grandiosa, que es que el entretenimiento entretiene, hace compañía. Y llegar a las casas y que acompañes a una mujer que vive sola, o a una familia que aprende escuchándonte es grandioso.

    Hace poco te disculpaste con Chenoa admitiendo que la pregunta que le habías hecho sobre si había visto el documental de David Bisbal era "una gilipollez", pero, ¿realmente es "una gilipollez" si al público le interesa?

    SO: Pues es una buena pregunta… Vamos a ver, el único poder del periodista es hacer preguntas. Y el único poder del entrevistado es no contestarlas. Yo creo que cuando un tema incomoda a un entrevistado, nos tenemos que abstener de hacer esa pregunta. Te hablo de personajes de la crónica social. A un político hay que preguntarle todo, aunque curiosamente nunca se le pregunta por algo personal. Entonces, creo que hay algunas fronteras que no debemos traspasar, como la vida íntima de los personajes. No es necesario escarbar si el personaje no quiere mostrar. Quizás pasó eso con Chenoa. Ella estará harta de que le pregunten por Bisbal, y yo me di cuenta de que no tenía que haberle preguntado sobre él. Y no me da ningún sonrojo rectificar en directo si el entrevistado no está cómodo. Prefiero ver detrás de la pantalla a un personaje que está cómodo que a alguien contrariado.

    Pero hay quienes piensan que no se consiguen buenas respuestas si no se llega a la incomodidad. En el mundo del corazón es lo que ocurre.

    SO: Tienes que incomodar al poderoso siempre. Yo he hecho política durante muchos años y he llegado a preguntar lo impreguntable si consideraba que era interesante, porque la pregunta siempre supone un contrapoder en sí mismo. A mí, personalmente, me importa bastante poco la intimidad de la gente. Me importa lo que hacen, y me gusta que al programa venga gente que hace cosas que puedan resultar constructivas para la sociedad hacia la que vamos. Hay personajes que viven de contar su vida, pero al personaje hay que dejarle hablar hasta donde él quiera.

    ¿Qué opinas sobre quienes consideran que tú, por hablar de personajes públicos, también tendrías que hablar de tu vida privada?

    SO: Yo hablo de la mía respetando a las personas de mi entorno. Hablo de mí y punto. Si mi hermana no quiere que hable de ella, pues no hablo de ella. Y a mis hijos no los toca nadie porque si no saco la katana.

    Hace unos meses contabas a VerTele que no podías explicar qué diferencia a Y ahora Sonsoles de TardeAR porque el programa de Ana Rosa Quintana todavía no había comenzado. Pasado un tiempo, ya con ambos programas compitiendo en la parrilla, ¿cuál es tu opinión al respecto?

    SO: Bueno, son programas con el mismo corte, formato magazine. Tratamos la actualidad y la crónica social. Creo que la gran diferencia está en las cadenas, una en Telecinco y otra en Antena 3. Y ya está.

    La pelea por los datos de audiencia sigue ahí. ¿Qué opinión te merece Ana Rosa? Insistes en que ella no es tu rival, sino tu compañera.

    SO: Ana Rosa siempre recibe de mí los mayores elogios.

    Dijiste que el discurso al recoger el Planeta fue "el directo más difícil" de tu vida. ¿Cuál ha sido el segundo?

    SO: Diría que el arranque de Y ahora Sonsoles, por la expectación que había en el programa, que se estrenaba en las tardes de Antena 3, que rompía a partir de ese momento su programación de series y concursos. Yo sentía hasta físicamente el peso de la responsabilidad.

    Dijiste que el Planeta era el premio con el que "nunca" soñaste. Sin embargo, lo conseguiste. Ahora, ¿qué persigues?

    SO: Para mí el éxito es trabajar. Seguir haciendo lo que estamos haciendo, con un equipo enorme detrás, y poder seguir escribiendo con la confianza de los lectores, ahora que la novela ya está en las librerías y en las bibliotecas.