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El día que Adriana Abenia sufrió una agresión sexual tras hacer un directo en televisión
Sara Tejada
Adriana Abenia (Zaragoza, 14 de julio de 1980) es modelo, actriz, reportera, presentadora y también escritora. También es influencer, porque tiene casi 350.000 seguidores solo en Instagram. Pero sobre todo es mamá de Luna, de cinco años, fruto de su matrimonio con el empresario y relaciones públicas Sergio Abad, su amor de toda la vida.
La aragonesa cuenta a menudo sus vivencias pero hay algo que nunca lo había contado y lo cierto es que nunca pensó hacerlo. Era un capítulo cerrado y superado de su vida cuya cicatriz le recuerda cada día que lo más importante es ella. Acaba de publicar un libro, La vida ahora, en el que reconoce que sufrió acoso. Lo que relata es una versión suavizada de lo que realmente le ocurrió. Para ella fue el momento más dramático de su vida, que coincidió con su salto a la televisión nacional. Es algo que ni siquiera conocían sus más íntimos. Tan solo su marido.
Fue hace 13 años, el 7 de octubre de 2010, cuando trabajaba de reportera en la primera etapa de Sálvame. Le mandaron a cubrir un acto de los entonces Príncipes de Asturias en Miranda de Ebro (Burgos) y aunque ella ya vivía instalada en la ansiedad, siempre pensaba que le gustaba su trabajo. Sin embargo, aquel día todo fue diferente. Tras realizar su trabajo con Felipe de Borbón y Letizia, unos jóvenes empezaron a llamar su atención y a rodearla. Le metieron la mano por debajo de la falda, le tocaron el culo, el pecho y todo lo que pudieron sin que ella pudiera hacer nada mientras la llamaban "puta" y "zorra". Sintió terror y los segundos se le hicieron eternos hasta que la Guardia Civil logró sacarla de allí. Entró en estado de shock, se quedó paralizada, no podía ni hablar, ni gritar ni insultarles. El bloqueo fue total.
Pero lo que no sabía es que al día siguiente llegaría lo peor. Sin poder levantarse, ni apenas hablar, su novio desde Zaragoza llamó a la ambulancia y la ingresaron en el hospital. Había sufrido una afasia del habla y la resonancia cerebral no salía bien. Su mundo se venía abajo y era algo que ella no podía permitirse. De ahí que mintiera y en cuanto pudo volvió a incorporarse al trabajo. A una redacción en la que nadie se interesó por lo que había sucedido. ¿Nadie le preguntó? ¿Nadie se interesó? Porque lo que sucedió es algo muy grave. Por aquel entonces, Adriana estaba contratada por La Fábrica de la Tele y todo sucedió mientras trabajaba. Un despropósito.
Adriana ya no remontó. Cada día fue a peor hasta que llegó un día en que la despidieron. Sus ex jefes se han enterado ahora de todo, pero ni una llamada, ni un mensaje, ni un '¡Madre mía nunca supimos nada!'. A Adriana le quedaron muchas secuelas, físicas afortunadamente no. Y eso que ella misma reconoció cuando ya no podía más que había "sufrido un ictus". Pero consecuencias emocionales le han quedado muchísimas: "No podía conducir sola. No podía ir a ningún sitio sola. Me asustaba todo".
¿Pero por qué no lo contó? "Decido callarme porque considero que si desvelo lo que me ha sucedido nadie va a querer contratarme. Me siento tan frágil, tan vulnerable, siento que en los inicios de mi carrera la confianza que tanta gente tiene depositada en mí, va a desaparecer. No mentí por vergüenza, fue por agradecimiento. Quizá tenía que haber sido más honesta porque muchos proyectos se cayeron por esa mentira. Estaba tan mal que dije que necesitaba afrontar otros retos y evolucionar, una falsedad que de alguna manera tiraba de mí. Mi salud era tan mala, me sentía insegura, sufría ataques de pánico, vivía tan deshumanizada que no quería contar lo que me sucedía y que la gente sintiera pena por mí. Si lo contaba quizá se acababa todo, hubiera tenido que volver a Zaragoza y todo lo que había conseguido no hubiera servido de nada".
Fue su chico, Sergio Abad, el que la ayudó a recomponerse, a volver a confiar, hasta dejó Zaragoza donde él trabajaba para instalarse en Madrid, junto a ella y ayudarla en todo. Se casaron en 2015 y tres años después tuvieron a su hija Luna, una niña por la que beben los vientos. Quizás en breve se decidan a ampliar la familia ahora que la vida les sonríe.