Una empresa llamada Boda de Tamara Falcó SA: la marquesa santifica su gran negocio
Sara Tejada
El subconsciente colectivo olvida a menudo que Tamara Falcó no es una jovencita: en noviembre, ya convertida en toda una mujer casada, cumplirá 42 años la tercera hija de Carlos Falcó, la cuarta de Isabel Preysler. No parece una persona especialmente preparada para hablar en público cuando la escuchamos hablar en público, con su retórica repleta de tics, repitiendo compulsivamente expresiones como "o sea". Sin embargo, esta empresaria de sí misma, cuyo producto es ella, se formó para comunicar y vender. Estudió en Massachusetts, Estados Unidos, desde adolescente, y allí continuó la carrera de Comunicación en el Lake Forest College. Después de realizar prácticas en Zara, se formó en moda en el Instituto Marangoni en Milán, Italia. También hizo un máster en Visual Merchandising en la Universidad de Navarra.
Contaba a su favor con una cómoda posición económica que permitió a sus padres elegir dónde instruirla para ser quien es. Pero sobre todo, y éste es el elemento diferenciador, con unas relaciones personales y familiares descomunales, gracias a su pedigrí mediático y social, difícilmente superable: hija del marqués de Griñón y de Isabel Preysler, una profesora excepcional para construir una heredera mediática, una máquina de hacer dinero con su imagen sin ser realmente nada en lo profesional: Tamara no torea ni canta ni juega al tenis o al fútbol, no es una eminencia de la medicina ni del arte, ni una estrella de cine.
Bien es cierto que sí es una estrella televisiva, pero la causa efecto es importante: después de varios escarceos menores, llegó a Masterchef (para ganarlo) porque era quien era, y no al revés. Está en El Hormiguero porque es quien es y no al revés. Lo mismo puede decirse de su documental en Netflix. Tamara es imagen de marcas importantes y buenas pagadoras porque es quien es. Pero la realidad es que funciona y genera buenos retornos de audiencia; es decir, atrae público. Salvando las distancias, Tamara Falcó es una Belén Esteban de alta gama. La ex de Jesulín de Ubrique levantaba los audímetros siendo una princesa de barrio, del pueblo, decían, pero la marquesa cuenta con el valor añadido de que ella es aristócrata, chic, un chollo para las marcas, que se la rifan aunque debajo del castillo de naipes mediático que construye su mundo y su personaje no haya ningún talento ni lo que le pase afecte a nuestra hipoteca ni influya para nada en nuestras vidas. Pero, como diría uno de los creadores del fallecido Sálvame, proporciona entretenimiento, evasión y esas cosas prescindibles.
Su boda con Íñigo Onieva es, de momento, el cénit de este descomunal negocio pero es previsible que continúe la fiesta con lunas de miel, hijos y, según muchos, crisis matrimoniales con su marido picaflor o un divorcio que podría valer tanto como la boda. La jugada puede repetirse porque romper y reconciliarse les ha salido muy rentable. Al fin y al cabo, Liz Taylor y Richard Burton se casaron y divorciaron dos veces. En Onieva y Tamara no percibimos la pasión animal de la actriz de Cleopatra y el galés pero eso es lo de menos.
Más allá del amor, sea a Dios o a su prometido, el negocio de Tamara S.A. consiste en la venta de sus propias vivencias. En realidad, el mérito de Tamara es ése: pero además, esta medio hermana de una estrella mundial como Enrique Iglesias, cuenta como elemento diferenciador, con su pedigrí imbatible. Eso le permite venderlo todo. En la boda de este sábado el champán no solo se regala sino que la marca ha pagado por estar ahí para que se vea en Hola qué bebían en el sarao del verano.
No hablemos ya del vestido de Carolina Herrera, o de toda la historia que arrastraba ese otro drama creado en torno a quienes fueron elegidas como primera opción para disfrazar de novia a la protagonista de todo este teatrillo. Varias veces ha viajado la novia a Nueva York, sede de la firma y lugar de trabajo de Wes Gordon: el director creativo que se ha encargado personalmente de diseñar los modelos que veremos tras el rifirrafe de Tamara con Sophie et Voilà.
La revista Hola no solo paga una fortuna por la exclusiva de la boda, que sin duda rentabilizará con creces, sino que comercializa todo lo que puede alrededor del negocio. Aparte de hincharse a vender ejemplares, otras ventanas de negocio circundan el enlace y muchas de ella giran en torno a las marcas y derechos.
Mucho más que un millón de euros
Se ha dicho que se van a confiscar los móviles a los invitados para evitar que corran fotos robadas por los grupos de whatsapp u otras redes sociales. Se habla de un millón de euros cash para la marquesa de Griñón y su consorte pero nadie ha podido confirmar con un mínimo de rigor esta cifra y, además, hay una parte del negocio que es variable, porque nos filtran fuentes de toda solvencia que se incluyen cláusulas como la venta neta de revistas (dato que se conocerá dentro de varios meses) o el pack posterior, con luna de miel y lo que surja.
También aseguran que las familias de los contrayentes no participan de esta orgía de cheques. Nos creemos que la madrina, Carolina Molas, rechace cualquier oferta pero nos cuesta aceptar que la reina de la exclusivas, es decir, Isabel Presyler, se resista a recolectar su parte de la cosecha. La madre de la novia de momento irá vestida con la marca de su hija y su amiga Carolina Herrera ha sabido agradecérselo. La ex de Vargas Llosa lucirá además del modelo de la maison venezolana otras marcas de joyas (Rabat) y demás accesorios y Hola se encargará de tomar nota. Eso se paga aparte.
Pero no solo los novios y la filipina están en nómina de la publicación y de ciertas marcas: Ana Boyer cobrará de un modo u otro tras anunciar que llevará un traje diseñado por su hermana para Pedro del Hierro, y también enjoyada por Rabat, claro.
Los varones no se libran del fervor mercantilista que da sentido a esta boda. Los chaqués, corbatas, zapatos y demás elemento del modelo que lucirá Onieva (dirigido por la estilista de Isabel Preysler, Cristina Reyes) entran también en el bombo del dinero y del patrocinio.
Todo este bodón, y la pre boda y posterior brunch en el Ritz, está organizado por la marca de Wedding Planner y eventos A-típica: más de 400 personas, lista de bodas (regalos desde 150 euros, con número de cuenta bancaria), rico catering por el inmenso Eneko Atxa (al frente de 250 personas) y su experiencia gastronómica, con tantas estrellas Michelin, las orquestas, la decoración del interiorista Ramiro Jofre, carpas, baños portátiles, arreglo del palacio de El Rincón, y todas esas cosas que ya hemos ido contando en primicia desde este digital. Todo lo compensarán o pagarán Hola y las marcas: es decir, los lectores que compremos la revista, los anunciantes que estén en las páginas y en la web, etc.
No fue de pago la sortija de pedida de la novia de la firma italiana Repossi, comprada por Onieva o su familia, ni la famosa tiara que lucirá este 8 de julio Tamara Falcó, prestada por Amparo Corsini, su cuñada, la mujer de su hermano Manolo. Pero sí lucirá unos pendientes de Tous, firma de la que es imagen, con Eugenia Martínez de Irujo entre las ilustres invitadas, tan cercana a la firma catalana.