Ana Obregón no juega limpio con el polígrafo: sabía el sexo de la bebé y mintió para proteger su exclusiva
Sara Tejada
Dicen que en boca de un mentiroso, lo cierto se hace dudoso. Esopo ya lo contó hace casi treinta siglos con la fábula de aquel pastorcillo bromista al que no hicieron caso cuando el lobo apareció de verdad para comerse sus ovejas. Los padres de Ana Obregón llamaban a su hija desde muy niña Antoñita la Fantástica porque, según ella ha admitido, se inventaba cosas.
Ya de adulta la escuchamos algunas historias increíbles como el quelque chose con Alberto de Mónaco tras cenar con el príncipe y unos cuantos invitados más en su palacio de los Grimaldi en Montecarlo. Ella decía "somos solo amigos", y sonreía. Pero eso bastó para que algunos se preguntaran si estábamos ante una nueva Grace Kelly y hubo portadas con el asunto que catapultaron a la bióloga allá por 1987.
También cuenta cuenta Ana Obregón que ella conoce las claves del crimen de los marqueses de Urquijo, del que dice saber quién fue el verdadero asesino, que no es el condenado, su amigo Rafi Escobedo. Así lo recuerda ella ahora en El País.
"Me enteré de que era niña en diciembre"
Algunos de estos ejemplos (hay muchos) de la fantasía de la actriz son de hace muchos años pero no hay que retroceder demasiado en el tiempo para comprobar que Ana Obregón, a sus 68 años (si es que en esto dice la verdad), mantiene la costumbre de distorsionar a veces la realidad. En la archifamosa entrevista de Hola dice que no sabía el sexo de su bebé, cuando todas y cada una de las personas consultadas, incluyendo padres que han tenido hijos por gestación subrogada, saben que te dicen si lo que viene es niño o niña desde el mismo momento en el que se implanta el embrión fecundado (o antes) en el vientre de alquiler. "En agosto me dieron la noticia de que se había producido el embarazo y me enteré de que era niña en diciembre", sostiene sin embargo ella en Hola.
"Ana Obregón no jugó limpio"
La periodista Luz Sánchez Mellado había hablado con la bióloga semanas antes de ser madre-abuela, cuando la actriz ya sabía que estaba a punto de traer al mundo a Ana Sandra Lequio Obregón. En la entrevista concedida a ICON, suplemento de El País, la bióloga pronuncia frases como ésta: "Ya estoy muerta. No le tengo miedo a nada, lo peor que me podía pasar ya me ha pasado". Apenas quedaban días para que naciera la pequeña Ana Lequio, como ella sabía. Así lo confirma la entrevistadora: "Hace un mes escaso, el 3 de marzo, Ana García Obregón me dijo en una entrevista que estaba muerta en vida y yo me la creí a pies juntillas", dijo la columnista de El País tras conocer la noticia de la maternidad de Obregón.
"He vuelto a vivir. Tengo una razón para vivir", dice en la exclusiva, lo contrario de lo que le manifestó a la articulista, patidifusa porque, obviamente, Ana ya conocía lo que venía cuando habló con ella y mantuvo la impostura sin inmutarse. "Si alguien no jugó limpio en esta historia fue Ana Obregón", dice ahora Luz Sánchez Mellado. Si la actriz hubiera dicho la verdad, ninguna de las dos exclusivas de Hola hubieran tenido el mismo valor, evidentemente.
Testamento Ológrafo
También habla Ana Obregón en Hola, el semanario que le ha pagado por la exclusiva, del testamento ológrafo sobre el que sustenta el deseo de su hijo de ser padre incluso años después de muerto. Tener descendencia incluso después fallecer fue según Ana Obregón la última voluntad de Aless Lequio: "Así nos lo comunicó de palabra a su padre y a mí una semana antes de fallecer. Esto se llama testamento ológrafo y se produce cuando una persona, ante dos testigos, expresa sus últimos deseos, aunque, por las circunstancias que sean, el notario no pueda estar presente en ese momento", dice la actriz, que de nuevo se equivoca al describir ese tipo de testamento, como confirman todos los expertos jurídicos consultados.
¿Palabra de Ana Obregón?
Con estos precedentes, y docenas de ellos que no hemos reseñado, resulta curioso que algunos contertulios de programas de televisión tomen las afirmaciones de Ana Obregón como si fueran verdades absolutas e indiscutibles. Una cosa es tomar nota de lo que dice (lo que hacemos los periodistas) y otra darlo por cierto.
Por ejemplo, cuando dice que "todo está hecho correcta y legalmente". Estaría bueno que dijera otra cosa. Por supuesto, no todo lo que dice Ana Obregón son mentiras. El problema es que no sabemos cuándo cuela la morcilla, salvo si la mentira es flagrante, como cuando afirma que no sabía el sexo de la bebé nacida por vientre de alquiler, cuando engaña a la entrevistadora de El País, o cuando describe lo del testamento ológrafo. "El padre de la niña es un Lequio, su padre se llama Aless Lequio", sostiene ella, declaró este sábado, según parece, a un colaborador del programa Fiesta. En esto la creemos, aunque legalmente no vaya a constar así. En EEUU ella es la madre legal de la niña. Por tanto, carece de validez legal la identidad del donante del esperma. Y así se trasladará al Registro Civil en España, donde solo puede inscribir a la niña en base a la sentencia norteamericana, una vez homologada. La niña tendrá el apellido de su madre legal porque, formalmente, a efectos registrales, no tiene padre. Luego ella llamará a su hija como quiera en casa. Pero eso es lo que Ana Obregón tiene previsto. Sin embargo, no todo el mundo lo tiene tan claro. María Dolores López-Muelas, vocal de la Asociación Española de Abogados de Familia, advierte de que el Registro Civil puede impugnar la inscripción de una niña que es del hijo de Ana Obregón, puesto que se considera que es contraria al orden jurídico español. La Fiscalía podría oponerse por el precedente que puede suponer. La ley de reproducción asistida dice que la fecundación post mortem la debe solicitar la pareja del difunto y no podría realizarse pasados 12 meses del fallecimiento del padre.
Obregón sostiene que Aless Lequio le transmitió su deseo de que le convirtiera en padre después de muerto con las muestras que él dejó en vida. Otras versiones apuntan a que el fallecido conservó su esperma para tener descendencia en vida si sobrevivía y decidía crear una familia junto a una pareja, dado que los tratamientos contra el cáncer podrían dejarle estéril, algo muy habitual en casos como el suyo. La versión de Ana puede ser cierta, si bien es insólita cuando no inverosímil. Pero hasta un reloj parado dice la verdad dos veces al día.