Estilo de Vida

Santiago de Palacio, el peletero de las famosas, nos descubre sus diseños de lujo y pura artesanía

  • Sobre el uso de las nuevas tecnologías en su proceso creativo, asegura: "Lápiz, papel y corte a tijera y de la inteligencia artificial ni hablemos"

Ana Gómez Viñas

Nos encontramos con Santiago de Palacio en Cool Room, en el centro de Madrid. El diseñador peletero continúa con el legado de sus padres, artífices de Balta en León en los años 60. "Acabo de entregar un abrigazo, de cachemire 100% con la pasamanería en seda hecha en Italia, los botones... Una delicia. Tiene un toque de piel. Hemos tardado en hacerla 15 días. Unos 4.000 euros", me cuenta.

Volcado en su nueva colección, nos presenta una serie de fotografías artísticas de clientas VIP's con sus diseños: Conchita Lastra, mujer de Juan March, de Banca March; la modelo Camino Villa, de 72 años; Teresa de la Pisa, escultora y diseñadora; Mar Maestre y Vega Royo-Villanova, empresaria hermana de Carla, pionera de los blogs de moda. "Son mujeres con mucha personalidad. Creen en mí y deciden llevar piel". Santiago pone en valor la figura femenina: "He decidido que sean señoras por dar importancia a la mujer". Nos descubre su mundo este marzo, mes de la mujer.

Vega Royo-Villanova. Pionera en el mundo de los blogs de moda en España. Comenzó su carrera profesional en Christian Dior con 21 años. Desde hace cuatro años, es la directora de comunicación de Los Encajeros.

El diseñador arranca su relato remontándose a las raíces de Balta. Más de 50 años de historia atesora la empresa joyera y peletera leonesa que echa el germen de la mano de Baltasar y de Conchita Baquedano. Conchita, mujer pionera y visionaria para su época, arrancó en la piel de autodidacta. Del Palacio ha recogido el testigo creativo y bajo la marca de su propio nombre ha adaptado sus diseños a las nuevas tendencias, a la nueva era, pero sin perder nunca su esencia: "Conservar los valores artesanales, la manufactura y crear empleo en nuestra ciudad".

Sus padres se retroalimentaban en este negocio "de lo hecho a medida, de las atenciones personalizadas". Su padre, más a las joyas; y su madre, a las pieles. En su formación, Santiago pasa por Barcelona, por Milán, becado en la Escuela Marangoni, donde se especializa en peletería y patronaje, y por Copenhague. A su vuelta a León, constituye su propia marca con su nombre.

"El hombre es más difícil, pero si quiere decide"

Santiago viene a Madrid y presenta su colección. Asegura que el cliente "confía plenamente" en él. "Es una confianza ciega, tengo mucha suerte. Es una clientela deliciosa. Tengo una cartera de 4.000 personas". Algunas de ellas tienen Valentinos y Balenciagas en su vestidor. También cuenta con clientes "el hombre es más difícil, pero si quiere decide".

Se considera a sí mismo un artesano. Habla de los talleres, del oficio de peletero y del maestro cortador. "Todo en un perfecto equilibrio". Me cuenta cómo es la evolución de una pieza, el proceso creativo que comienza sobre el papel: "Empiezo por un dibujo, después toco la materia prima, la siento y luego veo la caída de los tejidos, el cachemire. A veces no tiene que ver con la idea original porque voy cambiando ese primer concepto." Le pregunto si hace uso de las nuevas tecnologías en ese proceso creativo: "Lápiz y papel y corte a tijera", revela. "De la inteligencia artificial ni hablemos".

De capacidad de "autocrítica constante", el creativo deja clara una idea que se hace recurrente en nuestra conversación: "La piel por la piel es el fallo" y nos lo explica así: "Hubo unos años 80 de glamour, joyas potentes, cardados, maquillajes bestias y excesos. Y la peletería. Eso era la piel por la piel". Y ahora, no. "Ahora hay que trabajarla, fusionarla como si fuera un elemento más. Estudié todas las técnicas peleteras que hay por el mundo e investigué la fusión entre paño y piel, que es lo que más estamos haciendo."

Este mundo globalizado se aleja de la filosofía de esta marca que atiende a la mujer individual, independiente, que quiere llevar piezas de autor. Y cómo se adapta ese look tan sofisticado, que proyecta glamour y teatralidad, a un conjunto de día de hoy: "Hay público para ello. No queremos ni que todo el mundo lleve Bambas ni que todo el mundo lleve un stiletto".

Cómo marca la estacionalidad este negocio que está más asociado al invierno: "Empezamos una colección cada año y vamos fusionando, metiendo más paño, que son de puesta más fácil, con un toque de piel. Para mí el proceso empezaría ahora que está acabando la temporada. Veo los nuevos curtidos, los colores y los tejidos y qué me inspiran a mí." Luego ya es un no parar. ¿Y precios? Una pieza básica va desde 2.500 hasta los 40.000, depende del tipo de tejido. Producen todo de 0 a 100, sin intermediarios.

En el debate piel sí o piel no, defiende: "Somos sostenibles, tenemos el convenio de Washington", de CITES (que asegura el movimiento de especies de manera sostenible). Frente al consumo rápido y masivo de textil, de ropa de usar y tirar, Carmen, mano derecha de Santiago, lanza esta idea: "¿Qué hay más sostenible que arreglar el abrigo de tu abuela?"