Carmen Díez de Rivera, icono de la Transición y estrella de teatro en 'Carmen, nada de nadie'
- Tras su paso por Madrid, la obra teatral, inspirada en la brillante jefa de Presidencia de Adolfo Suárez, sale de gira por España
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Ana Gómez Viñas
Carmen, nada de nadie lo ha venido todo. La función, que dirige Fernando Soto con dramaturgia de Francisco M. Justo Tallón y Miguel Pérez García llena todos los días el Teatro Español de Madrid. Según datos de la sala, más de 3.000 espectadores. Estará en cartel hasta el 18 de febrero. Después, emprende gira. Las primeras citas: en Barakaldo, Vizcaya (2 de marzo), Ponferrada, León (7) y Murcia (16).
La obra teatral nos remonta a una España que echaba sus primeros pasos en la democracia. Un viaje iniciático que tuvo su punto de inflexión en abril de 1977, cuando en sábado santo Adolfo Suárez legaliza el Partido Comunista de Santiago Carrillo. Como jefa de Gabinete de la Presidencia, Carmen Díez de Rivera (la actriz Mónica López). Una mujer de 35 años, intelectual, culta, moderna, feminista e inspiradora. La musa de la Transición, como la definió Paco Umbral. Comparte tablas con Oriol Tarrasón (como Suárez); y Ana Fernández (como marquesa de Llanzol).
Carmen Díez de Rivera nació con las cartas marcadas. Se crio entre algodones, en el seno de una familia aristócrata madrileña. A los 17 años, se enamora de Ramón Serrano Suñer Polo. Será al solicitar la partida de bautismo para contraer matrimonio, cuando le comunican la gran mentira que condicionará su vida. Esa boda no se puede celebrar. Su novio es su hermano. Y el que creía su padre, Francisco de Paula Díez de Rivera y Casares, marqués de Llanzol, no lo es. Una tragedia griega que tiene su origen en la relación de su madre, Sonsoles de Icaza y de León y su amante, Ramón Serrano Suñer. Una explosión mediática que escandalizó a aquella España: la marquesa era amante del cuñadísimo (Serrano Suñer era cuñado de Carmen Polo, la mujer de Franco). El abogado de carrera, uno de los arquitectos del Régimen, fue una figura fuerte del dictador. Desempeñó el cargo de ministro de Franco en seis ocasiones.
Con el corazón roto, Carmen tuvo que gestionar la gran mentira sobre su identidad. Renunció a los privilegios de cuna y decidió escribir su propia historia. Eligió la libertad, la soledad y la incomprensión. Mientras trabajaba en la Revista de Occidente, estudió Filosofía y Letras y Ciencias Políticas. Se especializó en Relaciones Internacionales. De una inteligencia brillante, pasó por La Soborna de París y por Oxford en Reino Unido. Un viaje a África le abrió la mente al mundo y su amistad con Juan Carlos de Borbón le abrió las puertas. Conoció a Suárez, por entonces, director general de TVE. En 1976, cuando es nombrado presidente de Gobierno, el político abulense forma el gabinete de Presidencia y nombra a Carmen jefa. Un cargo que no ha vuelto a desempeñar ninguna mujer. Y aquí se centra la trama de la obra: en esta figura irrepetible, pionera e inspiradora en "su lucha por una sociedad más justa", desliza Fernando Soto en el encuentro con los medios".
En palabras de Mónica López, un personaje "complicadísimo, poliédrico, contradictorio, pero por eso es tan apasionante". Añade López: "Fue una época frenética, había miedo, improvisación". Muchas veces Carmen luchó sola. Y lo hizo en un escenario político dominado por los hombres en uno de los períodos más complejos de la historia de España. Poseedora de una voluntad firme, tuvo siempre el propósito de guiar a su país hacia la democracia. "Si tú defiendes las causas con vehemencia que ella defendía te vas a parecer a ella. Lo importante no es parecerme físicamente a ella, sino tener la creencia de que esa lucha va a llegar a algún sitio", comenta la actriz.
Su fortaleza y arrojo públicos contrastaron con su tristeza para encontrar la paz interior, que se rompió a los 17 años con el secreto que le atormentó en vida. "Fue un trauma personal brutal para ella (...) Está marcada por una clase social aristocrática", explica Ana Fernández. "Es una mujer que decide cuál va a ser su camino... Una mujer que se mueve en un mundo machista", continúa. "Se la ve intelectualmente superior a los jefes que tenía".