Estilo de Vida

El Greco, el primer cubista: sus influencias artísticas sobre Pablo Picasso


    Ana Gómez Viñas

    El Museo del Prado reivindica la figura de El Greco por la visión vertical y angulosa de sus figuras, que ejerció una inmensa influencia artística en el maestro malagueño y marcó los comienzos del cubismo. Crédito fotos superiores: San Juan Evangelista, El Greco (1610-1614). Toledo, Museo del Greco. Hombre con clarinete, Picasso (1911-1912). Museo Nacional Thyssen-Bornemisza © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP.

    La obra cubista del autor del Guernica y la obra tardía del clásico cretense muestran sorprendentes conexiones. Para poner en valor la a figura artística de Doménikos Theotokópoulos (1541-1614), el Museo Nacional del Prado ha presentado Picasso, El Greco y el cubismo analítico. Una exposición que nos invita a reflexionar sobre el papel catalizador que ejerció en maestro cretense en el devenir de la corriente cubista del malagueño (1881-1973).

    Esta exposición, que se exhibe en la sala 9B del edificio Villanueva hasta el 17 de septiembre, ofrece la oportunidad de comprender la relación entre ambos artistas. Dos sensibilidades únicas que redefinen el volumen, el color, la composición, la perspectiva, del espacio y la luz. También desafían el dogma académico y la tradición clásica pictórica. Además, el evento se une a los múltiples tributos en torno al Año Picasso con motivo del 50º aniversario de su muerte.

    La influencia del pintor cretense sobre el malagueño se sitúa a finales del XIX, cuando un Pablo adolescente de 17 años, estudiante de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, pasaba largas horas en el Prado copiando a los grandes clásicos. Entonces les llamaban modernistas. En uno de sus dibujos de entonces se puede leer "El Greco, Velázquez, inspiradme".

    El formato vertical

    Por aquella época El Greco no era un valor. Tardó tres siglos en ser entendido. En los albores del XX empezó a ser reconocido, gracias a los pinceles de los jóvenes vanguardistas europeos.

    Rescatado del olvido, el autor de El caballero de la mano en el pecho aportó las claves a Picasso para romper con los pilares academicistas de las figuras tradicionales y se lanzó al cubismo. El aplanamiento de la perspectiva, el formato vertical y las figuras angulosas y rígidas son algunas de esas claves. Su nexo será crucial en el famosísimo período azul picassiano.

    "Crueles borrones"

    La exposición, comisariada por Carmen Giménez, empareja cuadros que evidencian esas influencias. Por ejemplo, San Juan Evangelista de El Greco y Hombre con clarinete de Picasso (imágenes de la izquierda); o San Simón con el Tocador de la mandolina, de Pablo.

    En palabras de la comisaria, "El Greco aporta la apertura que necesita Picasso para ver de una manera diferente". Según Giménez, "los últimos apóstoles, que están en la casa del pintor cretense, fascinan a Pablo. Es el final de su vida y se vuelve muy libre en su manera de pintar. Ya es una pintura casi abstracta. Rompe con el mundo clásico y eso es lo que ve Picasso cuando va a Toledo".

    La comisaria nos invita a mirar de cerca ambas obras y ver "esos crueles borrones" que tiene el primero y que utiliza Pablo.