Maratón de Mozart y Da Ponte en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona
Mabel Figueruelo
El Gran Teatre del Liceu de Barcelona celebra su 175 aniversario, y Mozart es uno de los protagonistas de la temporada, en concreto, del mes de abril, con la presentación de la trilogía del dúo histórico formado por el compositor y su libretista Da Ponte.
El Gran Teatre del Liceu acoge la representación de una trilogía de Mozart que aborda un acercamiento audaz a la obra del compositor a través de tres de sus óperas: 'Cosí fan tutte', 'Don Giovanni' y 'Las bodas de Fígaro'. Las tres con libreto de Da Ponte, una alianza que ha pasado a la historia de la música por su audacia disruptiva, su capacidad de diluir las convenciones y las normas establecidas, y de diversificar las propuestas y los géneros.
Bajo la dirección musical de Marc Minkowski y la dirección de escena de Iván Alexandre, el Liceu ofrece un ambicioso reto: presentar cuatro ciclos de las tres óperas fruto de la colaboración entre el compositor y el libretista veneciano que se sucederán entre el 7 y el 25 de abril, con cuatro representaciones alternas de cada una de ellas.
No forman una unidad argumental, pero las tres óperas comparten su genialidad, una temática sobre la naturaleza compleja del amor y un cuerpo estético revolucionario, con un tratamiento de los temas capaz de sorter la censura. En definitiva, una mentalidad visionaria que cambió el curso de la historia de la música.
Historia y vanguardia
Esa trascendencia y solemnidad llevaron a Minkowski y a Alexandre a buscar el espacio que merecía el legado de Mozart y Da Ponte. Las primeras representaciones de esta 'Trilogía' se celebraron en 2016 y 2018 en dos recintos históricos: dos teatros de corte que todavía se conservan en Europa y que estaban en pleno funcionamiento durante la vida de Mozart, el Drottningholms Slottsteater, en Suecia, y la Ópera Royal de Versalles, la misma que fundara Luis XIV. El objetivo, revivir las óperas de Mozart tal y como podrían haberse representado en el siglo XVIII, en escenarios de características similares.
La decisión encierra una cierta paradoja, siendo la ópera de Mozart la vanguardia en esa época. Pero entre el exceso de modernidad que en ocasiones se le puede achacar a la ópera y el purismo que vela por el respeto escrupuloso del texto y la ambientación de época, la voluntad de Minkowski y Alexandre parte de una idea diferente: un viaje al pasado de un director de escena del siglo XXI para ofrecer al público las óperas de su tiempo, pero con detalles propios de un futuro que aún no conocen.