Eugenia de York se confiesa sobre el calvario de su enfermedad: "No podía salir de la cama ni hacer nada por mí misma"
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Informalia
Ajena a las polémicas que siguen rodeando a su padre, el príncipe Andrés, Eugenia de York (35) disfruta de una vida familiar tranquila junto a su marido, Jack Brooksbank, y sus dos hijos —Ernest, de 2 años y Augie, de 5—. Aunque mantiene un perfil discreto, la nieta de Isabel II se ha sincerado del calvario que vivió con su enfermedad, la escoliosis, con solo 12 años, y que la dejó postrada en la cama durante meses.
Es la duodécima en la línea de sucesión al trono británico, aunque eso a la sobrina del rey Carlos III no le importa, porque está volcada al máximo en su familia: "Tengo un marido y un equipo increíbles, y proyectos que me apasionan. Me sentiría incómoda si no estuviera haciendo mi labor benéfica, cuidando de mi familia y haciendo mi trabajo. Me encanta lo que hago", explica la nieta de Isabel II en una entrevista en The Telegraph sobre su labor en la organización benéfica Horatio's Garden.
Cuando tenía tan solo 12 años, Eugenia tuvo que someterse a una delicada operación para corregir sus problemas de espalda. La intervención, que duró ocho horas, le dejó varillas de titanio de 20 centímetros a cada lado de la columna vertebral y tornillos en el cuello. "Me sentí muy avergonzada por todo el asunto. No sé por qué ni de dónde vino. Recuerdo que me despertaron muy temprano antes de la cirugía; me tapé la cabeza con la manta, dije 'no quiero ver a nadie y no quiero que me vean'", confesaba.
Tras la operación, pasó meses postrada en una cama. "Tenía una habitación en una esquina del hospital con dos ventanas que daban a un aparcamiento. Era demasiado pequeña para darme cuenta de que no podía salir; solo me importaba dónde estaban mis padres y mi hermana. Pero sí recuerdo ver a alguien saludando a mi increíble enfermera pelirroja por la ventana y tener la sensación de que no podía alcanzarlos", ha relatado. "No podía levantarme de la cama ni hacer nada por mí misma", destacaba.
Hoy, como madre, admite que entiende el miedo que sus padres, el príncipe Andrés y Sarah Ferguson, pudieron llegar a sentir: "Con mis propios hijos, me da pánico si alguno se golpea la cabeza por si tenemos que llevarlos a urgencias, o incluso si solo quieren cortar papel con tijeras de arte", ha contado.
Y como Kate Middleton tras su recuperación del cáncer, la hija del príncipe Andrés también encontró su refugio personal en la naturaleza. "Cuando pasas tanto tiempo en cama como yo, sin poder caminar hasta la ducha y teniendo que ser llevada en brazos por las enfermeras, no puedes pensar más allá de cómo vas a levantarte. Pero ahora, tras haber trabajado con el Jardín de Horacio, he visto cómo el jardín es tan transformador para los pacientes. La naturaleza es tan sanadora; escuchar el canto de los pájaros y el agua corriendo", ha relatado.