Casas Reales
Felipe VI y doña Letizia, rumbo a Italia: la Reina, en 'modo avión' con sus zapatos de tacón block
- El viaje de Estado de los Reyes a Italia, desde este martes 10 hasta el 12 de diciembre, incluye visitas a Roma y Nápoles
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Informalia
Los Reyes han puesto rumbo a Italia. A las 14:40 de este martes 10 de diciembre, don Felipe y doña Letizia han asistido a la despedida con honores que ha tenido lugar en el Pabellón de Estado de la Terminal 4 del Aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas. Ha acompañado a Sus Majestades el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares.
Ha sido una mañana soleada. Doña Letizia ha escogido un look 'en modo avión' para emprender el vuelo de dos horas y media que les llevará hasta Roma. La Reina ha combinado un abrigo negro sencillo y discreto con unos pantalones de pata ancha y zapatos de tacón block.
Tres días de viaje de Estado
Hay gestos que atraviesan el tiempo como las sombras de las columnas romanas. En este diciembre, cuando el año parece cerrarse con la misma solemnidad que una puerta de mármol, Felipe VI y doña Letizia han emprendido su última misión diplomática: Italia, la eterna anfitriona. Bajo la luz dorada de Roma, los Reyes aterrizan cargados no de coronas, sino de simbolismos; no de fastos, sino de una sobria cortesía que transita entre las cámaras del Parlamento italiano y los frisos restaurados de Carlos V.
La escena parece sacada de un fresco renacentista. Nada más llegar, se encuentran con 500 españoles de sectores más dispares de la sociedad: artistas, empresarios, soñadores, trabajadores que moldean su identidad entre dos mundos. Allí estarán los Reyes, atentos, quizás no tanto por la política como por la cadencia de las palabras. Las salas de la Real Academia de España en Roma, que celebra medio siglo de existencia, serán un refugio momentáneo antes de los discursos y las fotografías.
Al día siguiente, la política hace su entrada. Sergio Mattarella, rostro de la serenidad republicana, recibe al Monarca con la cortesía de un anfitrión que entiende el peso de las relaciones bilaterales. En contraste, Giorgia Meloni, con su retórica de hierro, compartirá mesa en Villa Pamphili. Será un almuerzo que el protocolo definirá como "cordial", pero donde seguramente se medirán las palabras como un equilibrista mide la cuerda. Roma, como siempre, será testigo de estos encuentros de poder que nunca dejan de parecer un teatro antiguo con nuevos protagonistas.
En el Senado italiano, Felipe VI descubrirá frisos que cuentan la coronación de un emperador que alguna vez gobernó desde el Atlántico hasta el Adriático. En ese gesto se resume toda una lección de historia: España e Italia no solo comparten un pasado, sino una memoria tallada en mármol, en lienzos, en libros que aún se estudian bajo la luz tenue de una biblioteca. Allí, en las Cámaras italianas, el Rey tendrá el raro privilegio de hablar. No lo hace cualquiera: el último fue Juan Pablo II, una figura que ya pertenece al panteón de los universales.
El viaje, como una ópera bien medida, guarda un final simbólico. En Nápoles, ciudad donde la historia y el caos se dan la mano, Felipe VI recibirá un doctorado honoris causa de la Universidad Federico II. El gesto no solo honra al Monarca, sino que recuerda los antiguos vínculos entre España y esta tierra que alguna vez fue parte del mismo reino. Mientras tanto, Letizia, siempre atenta a sus causas, mantendrá encuentros con españoles que trabajan en la FAO, hablando de nutrición y futuro, en un mundo que necesita más pan que discursos.
Así concluye un año diplomático. Entre las luces de gala y los gestos de Estado, el viaje se cierra como un capítulo más de la narrativa que une a dos naciones. Italia despide a los Reyes con su eterna mezcla de solemnidad y belleza. Y España, desde la distancia, observa cómo se escribe otra página en este libro infinito de la historia compartida.