Casas Reales

Amalia de Holanda cumple 21 años: la polémica de la princesa mejor pagada y que menos trabaja del mundo


Sara Tejada

Catalina-Amalia de Orange, heredera de los Países Bajos, cumple 21 años en un momento crucial tanto para su vida como para la monarquía neerlandesa. Su aniversario no es solo una celebración personal; marca un punto de inflexión en su papel como futura reina y en la percepción que los ciudadanos tienen de su figura. Con el peso de la historia sobre sus hombros, Amalia enfrenta críticas y expectativas que, lejos de ser simples, son reflejo del escrutinio al que están sometidas las monarquías europeas en el siglo XXI.

Hija de los reyes Guillermo y Máxima, Amalia, entre holandesa y argentina, simboliza las contradicciones de las monarquías contemporáneas: mientras intenta presentarse como una joven moderna y cercana, su posición la mantiene en un mundo de privilegios difícil de justificar para muchos ciudadanos. La asignación económica que recibe como heredera es el epicentro del debate: 1,5 millones de euros anuales, de los cuales 300.000 son un salario directo, mientras el resto financia su futuro equipo y residencia oficial. Esta cifra, aprobada por el Parlamento neerlandés, contrasta con la percepción de una princesa que hasta ahora ha mantenido un bajo perfil institucional. En 2021, Amalia sorprendió al renunciar temporalmente a su paga, argumentando que no se sentía cómoda recibiendo ese dinero mientras no cumplía funciones reales activas. Sin embargo, tres años después, decidió reclamar una parte, lo que generó críticas sobre su coherencia y compromiso. Este cambio de postura resalta un problema mayor: la dificultad de justificar económicamente una monarquía en una sociedad cada vez más crítica con el gasto público.

Las comparaciones con Leonor y Elisabeth

Amalia no está sola en el escenario de las herederas jóvenes, pero las inevitables comparaciones con Leonor de España y Elisabeth de Bélgica no la favorecen. Estas princesas han asumido roles activos desde edades tempranas, combinando estudios de alto nivel con formación militar y actos oficiales. Elisabeth, de 22 años, ha cursado Historia y Política en Oxford, formación militar y ahora estudia un máster en Harvard. Leonor, de 19 años, avanza en su preparación militar en España tras su paso por el Bachillerato Internacional en Gales. Ambas representan un modelo de preparación visible y constante para liderar en el futuro. Amalia, por su parte, ha optado por un camino más discreto. Tras un año sabático, comenzó sus estudios en la Universidad de Ámsterdam, combinando asignaturas de Políticas, Derecho, Psicología y Económicas, aunque su formación institucional parece menos estructurada. A diferencia de las monarquías española y belga, los Países Bajos no tienen una tradición militar, lo que podría explicar esta diferencia, pero no la falta de claridad en su proyección pública.

La compleja relación con el público

El perfil de Amalia como heredera también ha estado marcado por episodios controvertidos. En 2021, durante la pandemia, una fiesta en su honor que incumplió las restricciones sanitarias desató indignación ciudadana, obligando a la familia real a disculparse públicamente. Más tarde, en 2022, la princesa enfrentó amenazas de una red criminal conocida como la Mocro Mafia, lo que la llevó a abandonar temporalmente el país y buscar refugio en España.

Estos eventos, aunque aislados, han impactado la percepción pública. Sin embargo, Amalia parece estar recuperando terreno: una reciente encuesta del programa RTL Boulevard revela que el 38 % de los neerlandeses confía plenamente en su capacidad como futura reina, mientras que un 20 % prefiere esperar a ver sus próximos pasos.

El desafío del equilibrio

A diferencia de Leonor y Elisabeth, Amalia aún lucha por definir una imagen que combine tradición y modernidad. Su estilo, cada vez más sofisticado, refleja una transformación personal, pero no basta para disipar las críticas sobre su aparente desconexión con las demandas de los ciudadanos. Mientras que sus pares han equilibrado el glamour con un compromiso visible hacia sus naciones, Amalia enfrenta el desafío de demostrar que puede ser algo más que una figura decorativa. Con su cumpleaños número 21, Amalia tiene la oportunidad de redefinir su papel. En tres días, participará en la visita de Estado del presidente de Portugal, un evento que podría marcar un nuevo capítulo en su vida institucional. Más allá de las apariciones esporádicas, el reto para la princesa es construir una relación más cercana y transparente con su pueblo, mostrando que su asignación económica y sus privilegios tienen un propósito real. En un momento en que las monarquías se encuentran bajo la lupa, Amalia debe decidir si quiere ser un símbolo del pasado o una líder capaz de representar con dignidad y relevancia a los Países Bajos. Su juventud aún le permite redefinir su camino, pero la paciencia de sus conciudadanos no será eterna. El reloj ha comenzado a correr.