Casas Reales

Felipe VI y Letizia, ante el objetivo de Annie Leibovitz: ¿Por qué los Reyes no posan juntos? ¿y la enigmática continuidad de la sala?


Ana Gómez Viñas

Nos acercamos a las dos fotos de los Reyes que rubrica Leibovitz. Parecen cuadros más que fotografías. Son una obra de arte. Las texturas, el ambiente, los tejidos. La mirada de doña Letizia a la fotógrafa, sus ojos verdes, el cabello perfectamente colocado en cascada, con sus ondas y mechones sobre los hombros desnudos. Y unas canas en el cabello. La enorme teatralidad que proporciona la sala Gasparini del Palacio Real es elemento imprescindible para crear esta escenografía barroca, royal y exquisitamente escogida. 100% factura de Leibovitz.

El modo en que la Reina agarra ese chal rojo que invade de color todo la escena. El pliegue de la pieza. La postura de sus manos. Vemos el espectacular vestido negro de Balenciaga. De este vintage de alta costura del maestro de Guetaria, vemos, sobre todo, el top palabra de honor. La falda queda en la oscuridad, en un fundido a negro.

La luz que entra por el balcón y que ilumina la sala de Gasparini del Palacio Real. Esa luz hace brillar cuatro puntos. Solo cuatro: los ojos y labios de Su Majestad y las joyas de pasar (o sea, los pendientes chatones y el collar de Victoria Eugenia). La Reina, de pie, estilizada y con un gesto muy suyo, junta los labios para regalarnos un leve sonrisa. Sonríe más con los ojos que con la boca. Cada detalle forma un todo en esta imagen, que es la que han escogido los Reyes y la autora del retrato, Annie Leibovitz, la fotógrafa más famosa del mundo.

La luz que vemos en la foto de la Reina y que no vemos en la foto del Rey, que posa más alejado del balcón. Un detalle que llama la atención. Curiosísimo es el efecto continuidad de la sala que tienen las dos imágenes. Al colocarlas una junto a la otra, parece que forman un único retrato. ¿Será esta la respuesta al enigma de por qué los Reyes no posan juntos en el retrato oficial?

Don Felipe simboliza la institución y la jefatura del Estado. Su gesto es imponente y también cercano. Le acerca su mano, que se apoya en la mesa y también su sonrisa. Como Letizia, sonríe más con los ojos que con la boca. Por cierto, don Felipe no mira al objetivo de la fotógrafa. Transmite serenidad, saber estar y fortaleza. Su uniforme de Capitán del Ejército de Tierra y todas la condecoraciones que luce aumentan aún más esa solemnidad. Lleva el Toisón de Oro, el collar de la Real y Distinguida Orden de Carlos III y la Gran Cruz al Mérito Militar, Mérito Naval y Mérito Aeronáutico. Letizia no lleva ninguna. Recordemos que cuando posó para la madrileña Estela de Castro llevó la cruz de la Orden de Carlos III.