Carlos y Camilla en Australia: bolsas de sangre, camisetas que se burlan de ellos y republicanos que no les quieren
Informalia
Es primavera en Australia. Carlos y Camilla se muestran ajenos a polémicas como la de su supuesto hijo secreto, pero allí se habla de eso, de las bolsas de sangre que lleva el Rey para tratarse el cáncer, de las camisetas que se venden para burlarse de los Windsor y tacharles de banda de delincuentes o de ese presunto bastardo que reclama ser el verdadero príncipe de Gales. Los republicanos no les quieren y se apunta a un referéndum sobre la continuidad del padre de Guillermo y Harry como jefe de Estado. Sin embargo, todo parece apacible hasta hora en sus primeras horas en Australia: han sido fotografiados paseando en su primera mañana por los jardines de Admiralty House, su residencia en Kirribilli, en la costa norte de Sydney, alrededor de las 11 de la noche de este viernes (hora peninsular), cuando eran las 10 a.m. del sábado allí.
A menos de un mes para cumplir 76 años y en pleno tratamiento de cáncer, Carlos III ha iniciado este fin de semana en Australia su gira más importante desde que sucedió a su madre en el trono. A pesar de su enfermedad, diagnosticada a principios de año, ha emprendido junto a su mujer este primer viaje de larga distancia, si bien se ha reducido la intensidad de la agenda, el monarca pasará los próximos diez días fuera de palacio, lejos de su hogar y asistiendo junto a líderes mundiales (en la Reunión Bienal de la Commonwealth). En el Reino Unido se debate sobre la conveniencia de esta viaje pero Buckingham y el Gobierno de Su Majestad consideran que el auge republicano en Australia le obligaba a hacer el sacrificio.
En el primer día de su visita relámpago de cinco días a Australia, el rey viste informal pero elegante con una camisa azul de cuello abierto combinada con una chaqueta deportiva beige y pantalones chinos color crema, y Camilla iba con un vestido de verano azul oscuro y un cárdigan a juego.
Lleva con él a sus propios médicos: dos doctores le monitorizar durante las 24 horas y en la maleta llevan varias bolsas con su tipo de sangre. La comunidad fundada en 1949 y dirigida por el rey Jorge VI, está compuesta por 56 estados miembros.
Ya antes de la muerte de Isabel II el vínculo de la monarquía se ha ido reduciendo desde que la madre del actual monarca accedió al trono en 1952. Entonces, la Soberana británica ejercía como jefa de Estado en 32 de esas naciones. En septiembre de 2022, cuando falleció, solo 14 países (aparte de Reino Unido) la consideraban su jefa de Estado.
Para muchos australianos y otros miembros, la Commonwealth recuerda periodos de una esclavitud que debe ser condenada como un terrible vestigio del pasado colonial e imperialista, difíciles de defender en el siglo XXI. Tener un rey extranjero tampoco es del agrado de todos, por mucho que su papel sea simbólico. Desde la muerte de Isabel II, no cesan los movimientos republicanos desde el Pacífico hasta América del Norte y el Caribe.
? For the first time in over a decade, a sitting monarch is visiting Australia.
— Australian Republic Movement (@AusRepublic) October 13, 2024
40% of Australians don't realise that London-based King Charles III is Australia's head of state. He was never elected, endorsed or appointed - he landed the gig by birthright and it's his for life,… pic.twitter.com/kVLXGUwFg1
Camisetas que representan a los Windsor como una banda de mafiosos
El primer ministro australiano esperaba este viernes al pie del avión al monarca. El anuncio de la visita de Carlos III obligó a principios de este años a Anthony Albanese a aplazar los planes de un referéndum para sustituir al rey como jefe de Estado. La Constitución australiana pone condiciones para hacer un referéndum: más del 50% de los ciudadanos deben votar a favor, y tener el apoyo de la mayoría de los seis estados (el empate no sirve).
Albanese, declarado republicanista y por tanto a favor del referéndum y de expulsar al rey como jefe de Estado (aunque sin poderes ejecutivos), acompaña a los ilustres visitantes, si bien los presidentes autonómicos (mandatarios estatales) han rechazado las invitaciones para estar junto al monarca alegando problemas de agenda que nadie entiende más que como una excusa deliberadamente indisimulada. Carlos III ha prometido no interponerse si Australia quiere convertirse en una república . "Es un asunto que debe decidir el público Australia", ha admitido.
Otros políticos entienden que por mera cortesía se debe estar a la altura del protocolo y recibir a "un hombre que viaja a pesar de estar recibiendo tratamiento contra el cáncer. Lo mínimo que podemos hacer es que nuestros líderes le rindan el respeto que se merece", clamaba Bev McArthur, miembro del parlamento estatal. Por contra, el bando republicano se refiere a la visita real como "la gira de despedida de Australia". En Sidney y otras grandes ciudades australianas se han puesto estos días a la venta camisetas con los rostros de los principales miembros de la realeza como si fueran los Golfos Apandadores, o mafiosos: "Nos encantaría decir adiós al reinado real", señaló Nathan Hansford, copresidente del Movimiento de la República Australiana.