Casas Reales
La infanta Elena apoya a Enrique Ponce en su despedida en Valencia: tres orejas y una paella
- Amigos y familiares arroparon al de Chiva, que deja el toreo a los 52 años
- Enrique Ponce se despide de los ruedos madrileños y calienta su posible boda con Ana Soria: "Para ella van dedicados todos los toros"
Informalia
Tarde de gloria y despedida la del pasado miércoles. El diestro Enrique Ponce puso el broche de oro a su exitosa carrera en el ruedo con una última corrida en Valencia en la que estuvo arropado por su novia, Ana Soria. El maestro de Chiva cortó tres orejas en total después de pedir un sobrero de Juan Pedro Domecq, de nombre Triquiñuelo, que lidió en séptimo lugar. Enrique Ponce, de 52 años, salió a hombros y así llegó al hotel del que se alojaba mientras los aficionados le seguían, como si de un paso de Semana Santa se tratara. De ahí a celebrar con familiares y amigos, entre ellos, la infanta Elena, su última noche de gloria.
Gran aficionada a la tauromaquia, una pasión que le transmitió su padre y que ella misma ha transmitido a sus hijos, Victoria Federica y Froilán, la hija de don Juan Carlos y doña Sofía estuvo en el Goya Gallery Restaurant, especializado en cocina mediterránea, donde el círculo más cercano de Ponce organizó una fiesta por todo lo alto y degustó, entre otros majares, dos gigantescas paellas de marisco. El diestro y doña Elena quisieron inmortalizar el momento con varias fotografías a las que también se apuntó el chef de la casa. Una imagen para el recuerdo.
La que estuvo más esquiva fue la novia del torero, Ana Soria. En el tendido trató de pasar desapercibida pero su rostro serio y preocupado se convirtió en el centro de todas las miradas. Acompañada por algunas amigas, se mostró cabizbaja pero entregada a la faena, y agitó varias veces su pañuelo blanco para pedir el recuerdo. A su salida, no quiso responder a los periodistas, interesados por saber si ahora que Ponce se corta la coleta, están más cerca de darse el "sí, quiero".
En sus últimas declaraciones, el torero no cerraba la puerta: "Ya hablaremos de eso". Y se deshacía en elogios con su chica: "Es muy importante para mí, ella es mi inspiración y cuando tengo mis dudas y momentos malos ella me apoya mucho. Una sonrisa de ella me levanta el ánimo".