Casas Reales

El vestido nupcial de Letizia pesaba mucho por el hilo de plata y por la lluvia que cayó: los aprietos con el Pertegaz


Ana Gómez Viñas

El Pertegaz de la novia, de seda Valencia, pesaba mucho por los bordados de hilo de plata de Catalá y, claro, también por el agua de lluvia que cayó ese 22 de mayo sobre Madrid. Además, Letizia Ortiz llegó a su boda más delgada. Una pérdida de peso en parte por los nervios del esprint final ante el gran día, lo que provocó que su vestido no encajara como un guante en su silueta, sino que pareciera un poco holgado. Esta es la historia de un diseño que cumple ahora 20 años desde la boda real de 2004.

El maestro del hilo y aguja, turolense de 86 años, fue una opción propuesta por doña Sofía, pero la química entre diseñador y modelo no debió de ser tan fluida porque Letizia no volvió a llevar un diseño de la firma Pertegaz hasta 15 años después, en 2019. Lo vimos en Oviedo, en los Premios Princesa de Asturias, el año en que debutó Leonor en la ceremonia. Por cierto, el diseño nupcial, histórico, que lució Letizia se exhibe en el Palacio Real de Aranjuez, en Madrid. O sea, un viaje de palacio a palacio. El modista de Olba (Teruel) murió en 2014, a los 96 años, una década después de la presentación al mundo de esta majestuosa creación.

El vestido, modelo Princesa, estaba compuesto por un corte que iba desde los hombros hasta el suelo. El top iba ceñido al cuerpo. La cola, de 4,50 metros, partía desde la cadera. Uno de los elementos más comentados del secreto mejor guardado fue el escote. En pico y cuello corola, estaba bordado en hilo de plata y oro hilado por ambos lados, también por la espalda, los puños de las mangas y el bajo de la falda. El bordado alegórico era una inspiración de motivos heráldicos: la flor de lis floral, la flor de lis heráldica, las espigas de trigo, los tréboles y los madroños, según la información facilitada por su propio creador, Manuel Pertegaz. En cuanto al tejido, era una faya de seda natural tramada con hilos de plata fina volteada a tres cabos, creación exclusiva de la firma valenciana Rafael Catalá.

El manto nupcial, regalo de Felipe

El manto nupcial, regalo personal del príncipe a su prometida, era de tres metros de largo por dos de ancho. Estaba confeccionado en tul de seda natural, bordado con aguja, según las técnicas del siglo XIX. Los dibujos, guirnaldas, flor de lis y espiga. El abanico, restaurado por Patrimonio Nacional, perteneció a la Isabel de Borbón, la Chata. Una pieza del siglo XIX con encaje inspirado en los venecianos del siglo XVII. Fue elegido personalmente por Letizia, como homenaje a Madrid.

Más detalles, de su look nupcial: los zapatos, con diseño de Pura López. El ramo de novia: un bouquet en cascada con lirios, emblema de los Borbones; rosas, la flor de mayo; flor de azahar, en homenaje a la Condesa de Barcelona; flor de manzano, por el Principado de Asturias; y espigas de trigo, símbolo de fecundidad, esperanza y alegría. Comentadísimo también el joyero.

Letizia lució los pendientes que le regalaron sus suegros, los Reyes: unos aretes en platino con seis diamantes talla pera de 2,44 quilates, dos diamantes talla brillante de 1,22 quilates y dos diamantes talla brillante de 4,54 quilates. La espectacular diadema de estilo Imperio, de platino y brillantes, era de doña Sofía, que además lució el día de su boda.